Cinco entregas de los Transformers. Eso es lo que hemos tenido hasta el momento. Bueno, y con esta precuela, seis, nada menos. Han sido varios años de explosiones, hormonas revolucionadas, entretenimiento y momentos bochornosos.

La pregunta clave es: ¿Era necesaria una nueva entrega a modo de precuela? A priori la respuesta es no, pero hay sorpresa. Si os interesa, comentaré brevemente las anteriores entregas, antes de entrar en materia. La primera es una gran película de acción y humor, un hito en su momento (en lo que a efectos especiales se refiere) y que defenderé hasta mi último aliento, porque creo que las secuelas la han perjudicado y dado mala imagen, porque sí, las secuelas son tan entretenidas como fallidas (sobre todo las dos últimas, las peores de lejos), ya que les faltaba algo importante, que sí tiene esta nueva entrega: corazón.

“Bumblebee” ha recibido excelentes críticas (97% en Rotten Tomatoes, que se dice pronto), que han alabado su tono más pausado y el alma de la película, como un entretenimiento familiar de primer orden. Por el contrario, ha sido un enorme fracaso de taquilla (pero terrorífico, sobre todo para los productores), que pone de manifiesto que la gente no tenía muchas más ganas de una nueva entrega de los carismáticos robots. Y es que esta precuela debería haber llegado después de la tercera…

Ahora sí, toca comentar la película. La dirección de Travis Knight (director de la fallida y olvidable “Kubo y las dos cuerdas mágicas”), es más que correcta, y a pesar de no lograr la espectacularidad de Michael Bay (director criticado donde los haya, pero yo me lo paso pipa con su cine… bueno, en sus inicios), se defiende muy bien en los momentos de acción e impregna de magia los momentos más íntimos de la cinta. Mención especial para el impactante prólogo, que, ahora sí, no tiene nada que envidiar a Bay.

Luego tenemos el guion, con un cambio de tono importante, ya que se renuncia a los excesos y los adolescentes descerebrados y con las hormonas desatadas, y se apuesta por una trama familiar (puro cliché, eso sí), donde destaca una protagonista muy bien dibujada y que tiene muy buena química con el protagonista robótico, con el que es fácil encariñarse (al igual que en las anteriores entregas de la saga).

Mención especial al toque “ochentas”, con canciones y guiños de toda clase, que consigue transportarte a esa época, y que no está metido con calzador ni juega con la nostalgia del espectador (como sí hacen otras cintas), ya que recuerda al mejor cine de esa década, donde aventuras y humor se daban la mano. Una historia con corazón y alma, algo que le faltaba a las secuelas de esta saga.

En cuanto al reparto, tenemos a una espectacular Hailee Steinfield, que nos regala una interpretación perfecta, repleta de carisma y emoción, y que merecía más estar nominada a los Oscars, que algunas que se colarán este año. Le auguro un gran futuro (aunque ya tiene un buen presente).

Por otro lado, John Cena vuelve a demostrar (al igual que en la recomendable comedia “Sexpact”, de la que os hablé aquí) que ha espabilado y tiene carisma y humor que ofrecer, en un personaje nada fácil, del que sale airoso. El resto del reparto más que correcto.

También se ha dicho que se trata de la mejor entrega de la saga Transformers. Discrepo, ya que la primera, como ya he indicado, es una cinta a reivindicar, pero no puedo negar que, quizás, esta nueva entrega esté a la altura.

En conclusión, estamos ante una gran precuela y película de la saga de los robots, llena de emoción, corazón y alma, que cambia el tono y las intenciones, consiguiendo un entretenimiento familiar (con magia “ochentera”) que contentará a los que quieran pasar un rato agradable y con mensaje. De lo mejor del año, y eso es decir mucho de una película de la que (casi) nadie esperaba gran cosa.

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