A estas alturas de la vida; superado el medio siglo; adolescente/joven en los peligrosos (divertidos) 80; cruzado el milenio y su devastador efecto 2.000; y padecidos, con auténtico pavor, varios anuncios de inminentes hecatombes mundiales predichas por Incas, Mayas, Shiva, Nostradamus y Jordi Pujol, creo que estoy en condiciones de afrontar casi lo que me echen al plato. A la espalda y p´alante como los de Alicante, que son dos días y la mitad es campaña electoral. Incluso más si, irresponsablemente, nos empeñamos en votar lo que queremos y no lo que conviene a nuestros amados, incansables y merecidos representantes. Para muestra un botón o el costurero entero. ¡Os hacéis de querer y de querer, pero si de verdad nos queréis “irse”! (se te echa de menos Faraona).

Me veo capaz de bregar con casi todo menos con una clase especial de seres. Lo intento pero no me hago a convivir con los denominados cansinos. Los erre que erre (te preguntarás, querido lector menor de cuarenta primaveras, de quién c… hablo), que se empecinan en insistir – ¡Fatiguita me da! – insaciablemente tras recibir un no por respuesta. Inasequibles al desaliento, persisten en su plan de conseguir lo que se les niega en bucle continuo, poniendo prueba paciencia y defensa a partes iguales. Criaturas especiales dotadas de un plus energético de que el resto carecemos. Red Bull en lugar de sangre corre por su sistema circulatorio y sudan el café de Jorge (Really George?). No descansan, apenas duermen, y sólo se permiten instantes de paz mientras mascullan el próximo asedio al despistado kñu que cruza el río donde espera el cocodrilo.

Los hay a capazos. De distinta intensidad y peligro. El grado inferior se personaliza en cansino de disco-pub a quien la negativa o desdén, lejos de desanimar, motiva. Alimenta un escaso intelecto e insiste en su cerco ideando formas de aproximación generalmente obsoletas y previsibles. Es cuestión de tiempo, hora o dos como mucho, lo que tarda en reconocer la derrota y dirigir asedio a nuevas plazas. Además, siempre se puede cambiar de sitio y dejar al adversario con las baterías montadas y palmo y medio de narices. Si te sigue o persigue, se trata de estudiante avanzado de CADE, nueva carrera universitaria de doble grado (Cansino y Administración de Empresas que, como el negro, combina con todo y adelgaza).

En orden ascendente de peligrosidad social se sitúa el incansable, por cansino y aburrido, político patrio que ni descansa ni deja hacerlo, emulando al chucho del propietario de la huerta. En continua y persistente campaña dirige siempre sus esfuerzos, consciente o no, a procurarse una situación de ventaja en los sondeos. Se la trae al pairo dónde o con quién se encuentre. Un objetivo, una misión y un sólo sentido vital dirigen sus acciones. Da igual que le preguntes si prefiere café solo o por la influencia de la economía euroasiática en el PIB. Su respuesta es intercambiable sin alteraciones significativas: la política restrictiva del anterior equipo de gobierno (sea de hace cinco minutos o cuarenta años atrás) ha dejado un panorama desolador de necesaria reparación previa a la aplicación de las soluciones que el pueblo requiere. Por ello, estamos haciendo un enorme esfuerzo (aquí me viene su imagen sentado al inodoro), para reconducir la situación. La peligrosidad reside en su presencia. La radio despertador se enciende con sus declaraciones; las emisoras de música interrumpen la emisión con tal o cual manifestación; las proclives los alaban, las contrarias los denostan; los informativos les dedican el 80% de su tiempo y, ufanos y orgullosos, participan en soporíferas tertulias opinando sin recato de lo que sea menester demostrando, al unísono, ambigüedad e ignorancia. Coronan el cuadro con amplia sonrisa de autosatisfacción, onanismo mediático se llama el vicio. Logran aburrir a las ovejas, ardua y complicada tarea. Tenemos pruebas recientes y datos precisos. El lunes pasado, sin ir más lejos, el Rey moro de Granada, un obrero con material de construcción, mister mamadas de Galapagar, Pedro fotocopias y Pablo desposado, repartieron dormidina y valeriana a manos llenas. Oye, y tan frescos. Siete días más tarde, ni la situación ha mejorado ni cosa que se le parezca.

Pero la palma, el summa cum laudem, el premio gordo con aproximaciones, del cansinismo existencial lo merecen otros. Los llamados CDR que erre y quienes les alientan y respaldan. A base de insistir en lo inviable ocupan la pole position de la categoría. Lo que no pue ser no pue ser y, además, es imposible (Rafal Guerra “Guerrita” dixit), reflexión y máxima filosófica que, por su complejidad, ni entienden ni se molestan en entender. ¡A mí no me líes con tu jerga feixista que yo lo que domino es tocar los cojones al público y cuanto más mejor!. Que no me gusta una visita, corto una carretera; no me gusta una sentencia, la lío parda y corto carretera; no me gusta el pavimento, lo arranco y lo arrojo y corto carretera; no tengo nada que hacer, quemo un contenedor y corto carretera; no apruebo ni con el libro delante, impido el acceso a la uni y, claro, corto carretera; que gano votos en las elecciones, pues a cortar carreteras que es lo que sé hacer; y por último, no sé qué hacer, estoy ocioso y aburrido, pues corto carretera internacional, monto partido de futbol contra los mossos futbol club y levanto un escenario para que Luis Lago (Llach para los amigos) nos deleite con su trepidante ritmo. Y así pasan los días ocupados en hacer el bien al resto de agredidos, quise decir agradecidos, ciudadanos. ¡Apreteu, apreteu!, animan desde las alturas, cual sanitario a enfermo de colitis galopante.

Máximos representantes y adalides del coraje, con manifiesto desprecio al peligro y la propia integridad física, atacan personas mayores jugándose el físico, acorralan policías y mossos en proporción de 100 (ó más) a 1, cubren sus rostros renunciando a la fama y tiran la piedra y esconden, literalmente, la mano. Sitúan, audaz y osadamente, a sus menores en vanguardia para que, en persona, vean lo razonable y pacífico de su comportamiento. Cantera del relevo generacional que completan con enseñanzas avanzadas de la lengua e historia que cambiará el mundo. Levantan las manos tras golpear, escupir e insultar educada y cortésmente, al contrario. Campan y acampan a sus anchas donde les viene en gana. Exigen suministros de supervivencia de primera necesidad, preservativos que no falten, lo cortés no quita lo caliente. Todo ello, con empecinamiento obsesivo, cansino, en un pulso perdido antes de empezar. En el pecado la penitencia, sus propios integrantes les “sirlan” su bien más preciado, los preservativos y, de paso, cuarenta mil euros. Soy un escorpión, le decía el arácnido a la rana, y en mi naturaleza va picar, no lo puedo evitar.

Siempre me ha molestado quien pretende hacerme el bien sin que se lo pida, mucho más si sabe que no quiero y, en extremo, si persiste y persevera creyendo que sabe lo que me conviene en contra de mi criterio libre y personal, pero claro, para el cansino profesional esto es lo de menos.

 

 

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