El reino podrido

Rodrigo Sorogoyen sigue sin fallar. Un joven y talentoso cineasta que había dirigido ya la tan interesante como a contracorriente en el cine español Stockholm, una pequeña película muy especial y con dos personajes realmente atractivos; o el magnífico thriller que nos regaló hace dos años, Que Dios nos perdone; y hasta la que codirigió al principio de su carrera, 8 citas, en un tono completamente diferente pero que también era muy efectiva y más inteligente de lo habitual en su (sub)género, el de pelis de historias cruzadas con tramas sentimentales.

Por todo ello, la que ahora nos presenta, que había generado tanta expectación desde que se supo que iba a meterse en los tejemanejes de la clase política nacional y sus entramados de corrupción sistemática, esta El reino -de título tan significativo- me ha gustado aunque sin superar mis altas expectativas. Y esto es debido principalmente a la falta de sutileza con la que Sorogoyen y su coguionista habitual, Isabel Peña, abordan tan espinoso y candente asunto.

Y es obvio que esto es deliberado, que ha sido su apuesta entrar a degüello y con contundencia, pero a pesar de ser un planteamiento respetable (que a muchos convencerá plenamente), a mí sin embargo me hubiera gustado ver mayor sutileza y matices en este análisis, ya que en absoluto es incompatible esta sutileza que echo de menos con la crítica y actitud condenatoria de la sinvergonzonería que está reflejando. Hay momentos muy potentes… pero igualmente excesivos (yate, balcón-Zahera, etc). Me ha gustado mucho, eso sí, la secuencia de la irrupción en la casa andorrana, pese a que igualmente incurre en esa comentada ausencia de sutileza; pero la tensión que consigue en esta secuencia Sorogoyen es digna de admiración, además de estar magistralmente filmada. Al igual que la que le sucede, la que comienza en la gasolinera y acaba en la carretera…

Y De la Torre… en su salsa, en un papel que se ajusta a la perfección a su más que solvente estilo interpretativo. Y bien arropado por un reparto desigual pero que cumple muy bien la labor de acompañamiento. Tiene su coña, por cierto, ver a Ana Wagener imitando descaradamente a todos-sabemos-quién…

Rodrigo Sorogoyen llegó al cine para quedarse, como demostró en sus primeras obras, a base de talento tanto narrativo como en su puesta en escena, y capacidad para generar atmósfera, ritmo y tensión. Es ya con derecho propio uno de los altos cargos en el reino del cine español.

 

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