Todos lo sabíamos

En el año 2009, un cineasta iraní quiso romper con los postulados habituales del cine de su país, y demostrar que la cinematografía del país persa podía consistir en algo más que niñas yendo a buscar agua a un pozo con sus abuelitas (es un decir…) y con ese -al parecer inevitable- estilo contemplativo que nos solía ofrecer el por otra parte reputado y festivalero cine producido en Irán, tan tradicional en sus formas y contenidos como el propio país del que provenía, el de los ayatolás y el régimen islamista.

El nombre de ese talentoso y revolucionario cineasta era Asghar Farhadi, que años después le consiguió al país los dos únicos Oscars que ha obtenido en su historia. Uno de ellos con una de las obras maestras del cine de los últimos tiempos, Nadir y Simin, una separación.

Pero él mismo debió considerar que ese incuestionable talento para escribir diálogos y situaciones, inventar historias llenas de grandes ideas, y especialmente dirigir magistralmente a sus actores no se podía limitar a las fronteras de su patria, y comenzó un ¿tour europeo, visto lo visto? realizando en Francia la estupenda El pasado, con una Bérénice Bejo de moda tras el triunfo mundial -Oscar incluido- de The artist.

Y años después de su aventura francesa, los cinéfilos españoles nos llevábamos la sorpresa de que había elegido nuestro país para situar aquí la siguiente de sus certeras, observadoras e interesantes historias que tiene en la cabeza. El resultado ya está aquí, y es Todos lo saben, para la que está claro que solicitó a su productora española un casi inmejorable elenco de actores y actrices que se encuentran entre lo mejor del país, interpretativamente hablando, además de uno de los mejores directores de fotografía nacionales, Alcaine, y un resto de equipo técnico y artístico solvente y de contrastada garantía.

Y lo cierto es que, como se podía esperar, su película española también está muy bien. Ha sabido captar, sin que nada rechine, la idiosincrasia y mentalidad de una nación y una cultura desconocidas para él, y contar certeramente una tremenda historia localizada en nuestro atávico medio rural. Una historia cuyo final (o futuro, más exactamente) ha querido, inteligentemente, que complete o intuya el espectador.

Farhadi sigue demostrando que es uno de los grandes del cine contemporáneo, ya sea en la zona de confort de su cultura y país, o fuera de sus fronteras. Todos lo sabíamos.

 

 

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