Hace apenas unos días el que suscribe este artículo estaba sentado con una amiga en una terraza del centro de Madrid. Surgió una pregunta.

-Tú que has visto la peli de Han Solo, ¿cómo está?

-En mi opinión – respondí – no me parece tan mala película. Si no perteneciese al universo de Star Wars podría haber sido un buen western espacial.

-Tipo Firefly, ¿no? – me dijo mi amiga.

Y la verdad es que sí: reflexionando sobre la película me di cuenta de que su argumento habría funcionado perfectamente en el universo de esa pequeña joyita de culto. Pero, ¿qué es Firefly?

Corría el año 2002 y Josh Whedon- sí, el mismo de Buffy CazavampirosLos Vengadores presentaba a la cadena Fox un curioso proyecto, una serie que transcurría en un futuro muy parecido a una película de vaqueros en la que una tripulación de outsiders, perseguidos, contrabandistas y antiguos veteranos de guerra capitaneados por el sargento Malcolm Reynolds (Nathan Fillion) trapicheaban, se relacionaban y hasta salvaban a inocentes de manos de terratenientes y agentes de una pérfida alianza antes de partir rumbo al atarceder  a lomos no de un corcel, sino de la legendaria Serenity, nave de la clase Firefly.

La serie sólo duró en antena cuatro meses y, dicho finamente, fue maltratada por Fox: el capítulo piloto fue considerado demasiado largo y fue sustituido por otro de menor calidad, su franja horaria fue cambiando y finalmente sólo se emitieron once episodios de los 14 que iba a tener la primera temporada (y que ahora podemos ver en Netflix).

Corrió el rumor de que fue una serie a la que no se dejó triunfar, así que la curiosidad llamó a muchos y Firefly alcanzó pronto el estatus de serie de culto gracias al lanzamiento de la serie en DVD. El sentir de muchos quedó plasmado en el texto de un meme: “Efficiency: doing more in a season than most can do with five”.

¿Qué quiere decir eso? Si vemos Firefly del tirón asistiremos a un espectáculo dado en pequeñas dosis de 44 minutos (menos el episodio piloto que dura una hora y veintiséis minutos). Los episodios son sencillos, agradables y simpáticos, como lo son los de las series de aventuras cuyo objetivo es entretener. Podríamos pensar que sí, es una serie digna pero no la serie. Sin embargo si dejamos reposar su visionado veremos que nos ha cautivado por varias razones.

En primer lugar por su trasfondo: en el siglo XXVI la humanidad ha encontrado acomodo en otro sistema estelar, pero –ya se sabe cómo es la humanidad- pronto estalla una guerra civil entre los planetas centrales, dominados por la hiperdisciplinada Alianza y los planetas de exterior, llenos de indisciplinados e indomables colonos supervivientes conocidos como “Browncoats”. Tras la victoria de la Alianza los Browncoats tienen que reinventarse y asumir su derrota, lo que nos recuerda a títulos como El fuera de la ley, de Clint Eastwood; Tierra de audaces, de Henry King; a los míticos spaghetti western de Sergio Leone; o incluso a Lo que el viento se llevó, de Victor Fleming, especialmente cuando asistimos a las deliciosamente decadentes fiestas de etiqueta que organizan algunos terratenientes.

Por si esto fuera poco vemos que la cultura oriental, especialmente la China, es la dominante gracias a varios detalles como los numerosos rótulos en chino, las figuras de buda que han sustituido a otras representaciones religiosas, las vestimentas de las damas de compañía o en el detalle favorito de los fans: las numerosas maldiciones y palabrotas expelidas en mandarín por los personajes.

Hablando de personajes, Firefly consigue algo que pocas series han conseguido: que sientas simpatía por toda la tripulación pese a sus grandes defectos: Mal Reynolds (Nathan Fillion) es un veterano militar que a menudo se obsesiona con el mando, pero es un entrañable sinvergüenza; Zoë Washburne (Gina Torres) puede parecer demasiado cuadriculada y en ocasiones excesivamente dura, pero es leal y tiene su corazoncito, especialmente con su marido, el inmaduro Hoban Washburne (Alan Tudyk), que resulta ser un excelente y competente piloto; Jayne Cobb (Adam Baldwin) es el típico matón insensible que sólo siente amor por el dinero, pero a la vez es un alma cándida que puede resultar achuchable; Kayle Frye (Jewel Staite) es demasiado “happy” pero también tiene su punto de sinvergonzonería socarrona; Simon Tan (Sean Maher) algunas veces parece insensible, es pedante y resulta irritante, pero es el mejor médico que puedes echarte a la cara, tiene su código y, bueno, hasta tiene su sentido del humor cuando le deja su mortal hermana menor River (Summer Glau), que también resulta tierna y desvalida cuando no tiene un ataque psicótico; Inara Serra (Morena Baccarin) va por libre y algunas veces da la impresión de que querría librarse del resto de la tripulación para hacer su trabajo como dama de compañía, pero es ingeniosa e insobornable; y finalmente el pastor Book (Ron Glass) podrá releer la Biblia todo lo que quiera e ir de santón por la vida, que no durará en agarrar un arma porque aunque el libro indica que no hay que matar “no es muy específico sobre disparar a las rodillas”.

Incluso los malos tienen su encanto: los caciques preocupados por su descendencia, los funcionarios de la Alianza que realmente creen en una causa, los cazarrecompensas que buscan una oportunidad en un universo duro… mención aparte merece Saffron (Christina Hendricks), una malvada mujer que se dedica a envenenar  -literalmente- con sus besos, pero que por alguna razón acaba cayendo bien.

Bueno… si que hay unos malos por los que no hay por dónde pillarlos: los reavers. Aunque sus apariciones prácticamente inexistentes en la serie su putrefacto aliento de caníbales enloquecidos pone los pelos de punta. Algunas veces hasta te alegras de no haberlos visto.

Estos últimos seres sí se dejan ver en la película que trató de cerrar el universo y la historia de Firefly, Serenity (2005). El film fue  un alivio para los fans, que por fin veían cómo algunas de las líneas argumentales de la serie se cerraban. Sin embargo, se podría decir que le ocurría justamente lo contrario a lo que decía el meme que antes hemos citado: trataba de condensar lo que hubiera sido una estupenda segunda temporada en apenas dos horas. El círculo, pues, se cerraba en el mundo de la imagen en movimiento. El del cómic todavía nos daría algunas aventuras más.

Finalizo este somero repaso pensando en todos aquellos fans que desean una vuelta de la serie, en los constantes chistes sobre Firefly que hace Nathan Fillion en Castle, en la cantidad de cosplayers que adoran a los personajes. Firefly ha creado su propio metauniverso y mucho disfrutamos de él aunque la serie fuese corta y estuviese mal cortada.  Creo que algunos hemos hecho lema propio  lo que dice la sintonía de la serie “There’s no place I can be since I found serenity”.

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