Al filo de las diez la euforia en el equipo del joven Casado, discípulo de Aguirre y Aznar y amigo del PP vasco, era evidente: todo indicaba, salvo sorpresas, que el efebo discreto y fiel de Rajoy había sabido manejar manejar sus tiempos sabiamente y que sobresaldría victorioso de esa pugna. Apenas media hora más tarde los datos andaluces tumbaban esas espectativas: la suma de Castilla-León y Andalucía y otros puntos regionales daban apoyo a la ex vicepresidenta, que al final de la noche se coronaba reina del nuevo PP, con un margen estrechísimo, tan estrecho, de mil votos, que la noche se antojaba larga y de cuchillos largos.

En efecto, las propias comparecencias dijeron todo. Cospedal, cauta en palabras, pero ladina, expresaba sin especificar cómo su deseo de mantener a un partido unido era lo primero en que pensaba. Casado, exultante, no hablaba de integración, de victoria final; no de asimilación, sino de combate, aunque tuvo palabras de cortejo para la castellano-manchega, que puede ceder a sus presiones para protejer sus intereses en una simbiosis interesante. Pero Soraya Sáenz de Santamaría no pudo guardar las formas y bromeó con los periodistas: “Si gano el apoyo de los compromisarios” aseguró “mejoraré el aire acondicionado”. Parece que, al igual que con los afiliados no al corriente de pago, el PP no sabe quién vota en sus elecciones internas y coquetea con sus visitantes. La ex vicepresidenta, decimos, irradiaba un optimismo que sólo algunaba se interrumpió por preguntas ácidas sobre una hipotética alianza castellana entre Casado y María Dolores. La llamada a la integración y al apoyo de todos a su candidatura era constante: yo soy la lista más votado, yo soy la ganadora, no lo olvidéis esta noche, dormid con mi sonrisa en vuestra mente y no penséis en otro ganador.

Aunque ella insistía en su triunfalismo histriónico todos coincidían en que la campaña sería cruenta: los compromisarios son y no son libre y nadie sabe exactamente cómo ni por qué ni a quién. Al menos una parte son del aparato y fieles a priori a Cospedal, pero otros son de las diferentes regiones que ayer votaron. No está clara su independencia ni sus intenciones, ni qué regalos se venderán para ganarse el dedo afirmativo del César salvador.

José María Aznar, supuestamente mentor de Casado, evitó hoy pronunciarse a favor de su pupilo, aunque tampoco explícitamente a favor de Santamaría, aunque compartiendo con ella su soflama a favor de la unidad del partido para “refundar el centroderecha”, con un tono entre mesiánico y apocalíptico inquietante. Rajoy no ha manifestado su adhesión a ninguna persona ni Núñez Feijóo, que puede ser una sopresa de influencia de última hora. Recordemos que según algunos periódicos no pudo presentar su candidatura por ciertas informaciones comprometedoras del entorno de la ex número dos de Moncloa.

Por si fuera poco para la ecuación compleja que tenemos Casado está siendo investigado por el caso Cifuentes, que investiga irregularidades durante la evaluación de su Máster en Derecho Autonómico, y todo apunta, según declaraciones de Ignacio Escolar, que en las próximas semanas se producirán nuevas investigaciones e imputaciones que pueden cambiar todavía más el flexible juego de ajedrez de Génova 13.

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