No sé si será que me estoy haciendo mayor o que las cosas avanzan más rápidamente de lo que yo imagino.

Hace unos días me fijé en que una sastrería de toda la vida con más de 100 años a sus espaldas cerraba sus puertas y todo por la crisis. El problema es que en los últimos años hemos visto como tiendas de solera de toda España y pequeños comercios cerraban sus puertas por culpa de varios motivos (horarios, precios, comercio electrónico…).

Este parece que es el día a día de muchos locales: A muchos les suben los alquileres, grandes cadenas que expulsan a estos pequeños comerciantes comprando edificios enteros y, al final, quien termina perdiendo es el consumidor. Asimismo, también luchan contra grupos de comunidades de extranjeros que parecen tener una libertad absoluta de horarios y que tienen un amplio abanico de trabajadores.

Quizás muchos dirán que estas grandes cadenas ofrecen precios muchos más competitivos, pero…¿vale la pena?.  A muchos de los llamados “milenials” no se les pasaría por la cabeza entrar en una de estas tiendas de toda la vida y si lo hicieran, sería más como un experimento, posturear y como mucho hacerse una foto para subirla a las redes sociales para conseguir el máximo de likes. Son una generación acostumbrada a entrar en una tienda impersonal donde nadie les dice nada y donde pueden pasar un montón de tiempo sin gastar un duro y en todo caso, si compran algo, lo van hacer a través de su teléfono móvil.

Este no es un problema de esta generación y es que muchos de nosotros acabamos comprando en estos grandes almacenes en el que les importa poco si adquirimos algo o no. Al contrario de una tienda de toda la vida, donde quizás el precio y la calidad serán superiores y sabrán cómo aconsejarnos.

Tampoco es un problema de España, se trata de un problema mundial: a cualquier país o ciudad del mundo a la que vayamos nos encontraremos con estas tiendas, importa poco la ciudad: Londres, Milán, Roma o Nueva York. Se trata de un problema que cada día va a más.

Aunque como si todo fuera una escala evolutiva, parece haber llegado el siguiente paso: el de que se autodestruyan estas entre ellas. Semanas atrás, la cadena de Zapaterías MaryPaz ha entrado en fase de liquidación y hace unos meses que la cadena H&M también proponía planes para cerrar tiendas. Esto quiere decir que ha empezado esta segunda fase en la que los peces más grandes se comerán a los más pequeños.

Sin duda alguna yo aún tengo la esperanza de que podamos salvar estos pequeños negocios, regentados por personas de aquí. Aquellos bares y restaurantes con encanto, tiendas de ropa en las que parece que el tiempo no ha pasado y, sobre todo, no olvidar nuestro pasado.

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