Quiero empezar este ensayo agradeciendo a quien fue la inspiración de mi vida, y mi propia revolución.

Hay quien entiende un cambio como una revolución, y a su vez este otro lo entiende como un periodo de sangre, un periodo inseguro, un periodo oscuro, violento, vacío y además estéril.

Sangriento, porque se entiende como un periodo de violencia, en que se desprecia la vida miserablemente. Inseguro, puesto que toda ley dada en convivencia se intenta eliminar. Oscuro, puesto que todo lo que sucede en él se acaba olvidando tristemente. Vacío y estéril, ya que años después se ha visto que no sirve para nada, y que todo esfuerzo de tratar lograr algo ha sido inútil. 

Este proceso se ha podido comprobar a lo largo de la historia con numerosos ejemplos: la Revolución Francesa, la Revolución Rusa. Estos ejemplos siempre vienen a la memoria cuando decimos la palabra Revolución, son más que de sobra conocidos por las consecuencias que conllevaron para las respectivas naciones en las que estallaron.

Pero nadie nunca se ha preguntado qué es una revolución interior. Nadie se lo ha preguntado, si se ha adentrado en el ser de este cambio. Nadie nunca ha sabido decir qué supone una revolución para uno mismo, y nadie nunca ha sabido decir qué supone cuando la eres, la encarnas y la inicias tú.

Iniciar una revolución no es fácil y a la vez es sencillo. No es fácil por el esfuerzo y sacrificio personal que conlleva, y a la vez es sencillo, pues puede empezar con una simple acción. Para empezarla, hay que suponer que este cambio es lo mejor a hacer y realizar para un bien común, que es el fin de todo cambio radical.

A la cabeza de estas revoluciones siempre se lanza una proclama, una consigna, que une a la marea con un fin común contra un objetivo concreto. Una bandera que llevar como estandarte de la revolución, un color, un canto un grito, una idea, y al final de todo esto, está esa idea, la revolución. Un volcado de ideas, para malear un ideario que llevar ante el enemigo a fin de forzar un cambio.

Pero siempre, al fondo de cada idea, se encuentra un comienzo.

Y ese comienzo es el que he venido a contar.

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