Modo día

La vacunación es una de las tres medidas que más vidas infantiles han salvado a lo largo de la historia de la humanidad, junto a la potabilización del agua y las medidas de rehidratación oral en las diarreas agudas.

Este artículo, en un intento de permitir llegar el conocimiento sobre esta forma de prevención de la enfermedad, de una forma más accesible posible para poder frenar el movimiento antivacunas, que como os explicaremos posteriormente, fue creado para aprovecharse del miedo e inexperiencia de la población. En primer lugar, hablaremos desde origen de la primera vacuna, su expansión y los grandes hitos de la misma. Posteriormente explicaremos de la forma más sencilla posible como funcionan y por último cuál es el origen del movimiento antivacunas.

Como habíamos adelantado en nuestro artículo sobre la homeopatía, la vacuna fue creada en 1796 por el doctor Edward Jenner, quien observó que la viruela bovina, una enfermedad relativamente leve, si era contraída por el ser humano al infectarse a partir de animales enfermos, parecía conferir protección contra la viruela humana, una enfermedad a menudo fatal. Actualmente este ensayo estaría prohibido por las más elementales consideraciones éticas, Jenner extrajo muestras de pústulas de la mano de una granjera infectada por el virus de la viruela bovina y lo inoculó a un niño de ocho años. Tras un período de siete días, el muchacho sufrió fiebre y malestar, que luego desaparecieron. Pocos días después, Jenner realizó varios pinchazos superficiales del temido virus de la viruela, enfermedad que el muchacho, afortunadamente, no llegó a desarrollar, lo que demostró que la inoculación del virus bovino podía proteger contra la viruela humana. Jenner denominó a este procedimiento vacunación. Cuando Jenner inventó la vacunación, nada sabía de los agentes infecciosos que causan enfermedades.

Casi un siglo más tarde, a finales del siglo XIX, Robert Koch probó que las enfermedades infecciosas se originan por microorganismos a través de estudio en animales de la enfermedad del carbunco. Aunque luego Pasteur fue quien logró crear la vacuna contra esta enfermedad. Esto originó un gran conflicto entre ambos investigadores por la gloria de este descubrimiento, que hizo que compitieran para conseguir nuevos avances. Esta lucha intelectual se muestra en el documental «Pasteur & Koch: Medicina y Revolución», el cual recomiendo, ya que muestra como era el trabajo de investigación en esta época de la historia, además de que puedas conocer más sobre estos dos grandes genios de la medicina.

Se necesitó casi un siglo para que la vacunación contra la viruela se hiciera universal. Hay que mencionar en este punto, que nuestro país permitió que este hecho fuera posible, gracias a La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, conocida como Expedición Balmis en referencia al médico español Francisco Javier Balmis, que permitió que la vacuna de la viruela llegara a todos los rincones del imperio español.

La Organización Mundial de la Salud anunció, en 1979, que se había erradicado la viruela. Todo esto gracias a las vacunas. Y no solo ha logrado esto, sino que enfermedades como la difteria, la poliomielitis y el sarampión, y las consecuencias que generan, casi se han eliminado. La panencefalitis esclerosante subaguda (SSPE) es una enfermedad cerebral consecuencia tardía del sarampión en algunos pacientes que han contraído la enfermedad. Tres de cada diez mil infectados mueren por este proceso, muertes que son evitadas por la vacuna. En EEUU, cuando se previno el sarampión, la SSPE desapareció de 15 a 20 años más tarde. Con todo, dado que estas enfermedades no se han erradicado en todo el mundo, es necesario mantener la inmunización en un porcentaje muy alto de la población a fin de evitar que reaparezcan.

Más de dos siglos avalan la vacunación, demostrando que es el medio más eficaz para controlar las enfermedades infecciosas

Pero ¿cómo funciona las vacunas? Para ello debemos explicar, de la forma más sencilla y breve posible como funciona el sistema inmune.

Nuestro organismo tiene dos tipos de inmunidad: la innata, que vendría “de serie” desde el nacimiento, es el mecanismo más sencillo. No necesita una exposición previa al patógeno e induce una respuesta rápida por parte de los macrófagos y las células dendríticas. Estos dos tipos de células desencadenan la respuesta inflamatoria. Ambas células serían como exploradores que se encuentra repartidas por todo el organismo, buscando el rastro de cualquier infección. Cualquier sustancia que produce la reacción del sistema inmune se llama antígeno. Si encontraran algún antígeno, pudiendo ser este una proteína sospechosa, una toxina, restos de bacterias, o incluso el propio patógeno iniciarían los sistemas de alarma y activarían a las células especializadas, pasando al siguiente nivel de defensa.

La inmunidad adaptativa o adquirida se desarrolla cuando el individuo se expone a un agente patógeno y tiene la intención de eliminarlo, pero también busca conseguir una memoria inmunológica. Una consecuencia de la respuesta adaptativa o adquirida es la protección del individuo ante un segundo encuentro con el patógeno. Este tipo de inmunidad tiene varias características, que hacen que este sistema sea una versión mejorada de la innata:

  • Específica: está formada por células especializadas contra un determinado patógeno.
  • Diversidad: gracias a un proceso llamado reordenamiento genético, puede lograr una gran cantidad de células diferentes, cada uno de ellas actuará contra un antígeno o microbio sospechoso.
  • Memoria: cuando los linfocitos se exponen al antígeno desencadena dos fenómenos: la expansión clonal específica para el antígeno mediante mitosis, además de la generación de células de memoria de reserva. Las células de memoria son capaces de reaccionar con más rapidez y eficacia cuando se exponen de nuevo al mismo antígeno.
  • La Autolimitación: La respuesta inmunitaria se estimula por un antígeno específico. Cuando el antígeno se neutraliza o desaparece, la respuesta se interrumpe.
  • Tolerancia. Una respuesta inmunitaria busca la eliminación de los antígenos ajenos, al tiempo que se sigue siendo «tolerante» frente a los autoantígenos. La tolerancia se consigue mediante un mecanismo de selección que elimina los linfocitos que expresan en su superficie receptores específicos para los autoantígenos. Un fallo en la autotolerancia (y especificidad) ocasiona un grupo de trastornos llamados enfermedades autoinmunitarias.

Con estos sistemas de defensa ¿por qué es necesario vacunar? Para evitar todas las consecuencias que desencadena su infección. Ya que el sistema inmune necesita tiempo para desarrollar la inmunidad adaptativa (que las células dendríticas o los macrófagos encuentren el antígeno, luego buscar entre todos los linfocitos T y B cuál de ellos reacciona al antígeno que llevan, luego que las células T se dividan y las B se conviertan para ser células plasmáticas, y luego hacer anticuerpos contra el antígeno). Todo esto mientras el patógeno está dividiéndose y multiplicándose, usando los suministros del cuerpo y produciendo daños en el organismo que pueden llegar a ser letales. Para las bacterias podríamos utilizar antibióticos para acabar con ellos, pero no así con los virus. Que incluso pueden introducirse dentro de las células y pasar desapercibidos durante décadas reapareciendo cuando el organismo este más indefenso.

Con esta gráfica podremos ver cómo actúan algunos tipos de virus. Las líneas azules es la carga viral dependiendo del tiempo de un sujeto infectado. Las zonas señaladas por rojo, sería cuando el paciente mostraría los síntomas.

Los agudos, infectarían al sujeto, el cuerpo lograría eliminarlos. Algunos ejemplos son la gripe, rinovirus (el causante del resfriado común) o la polio, pero las secuelas que generan si serían definitivas e inevitables. Por ejemplo, en la temporada de gripe 2017-2018 los profesionales del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp) y del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) estimaron que cerca de 800.000 personas padecieron la enfermedad. De ellas, 52.000 tuvieron que ser ingresadas y cerca de 15.000 fallecieron. En el caso del polio, que produce poliomielitis, una enfermedad que daña a los nervios, produciendo parálisis, dificultad respiratoria, incluso la muerte.

Los virus persistentes o latentes, la carga viral se mantiene elevada durante mucho tiempo, hasta que el virus tras múltiples copias produce daño al tejido y desencadena la patología.

Los virus con fases latentes la carga viral no aumenta porque se vuelva a infectar el sujeto sino porque el virus se ha mantenido oculto dentro de las células, y por diversas circunstancias decide despertar de su letargo e iniciar un nuevo proceso de replicación, pero puede o no producir patología. Como muestra la gráfica sube la línea azul pero no ha desencadenado enfermedad, esto depende del estado inmunológico del paciente en ese momento. Esto ocurre por ejemplo en los herpes, que aparecen en los labios, que vuelven a reaparecer cuando tenemos “las defensas bajas”.

Los virus con fase lenta, son los que tienen un proceso morboso agudo, y luego se mantiene latente hasta que años después vuelven a desarrollar una nueva enfermedad, más grave que la anterior. Esto es típico del sarampión que hemos explicado antes o con el VIH, que su fase aguda produce unos síntomas similares a un resfriado, y décadas después el sujeto infectado desarrolla SIDA.

¿Cómo podemos conseguir una respuesta adaptativa, que es rápida y precisa, sin tener los riesgos de una infección? Usando las vacunas. Estas permiten que el cuerpo genere células de memoria sin el riesgo que esta conlleva. Hay diferentes tipos de vacunas, además de los diferentes tipos de sustancias que se añaden para desencadenar la respuesta adaptativa, pero vamos a explicar como funciona una de ellas. En concreto la de la hepatitis B.

Esta imagen es una representación del virus de la hepatitis. En su proceso de replicación genera copias incompletas, estas son usadas para crear vacunas, ya que crean inmunidad pero no puede desarrollar la enfermedad. Estos virus incompletos serían como un traje de un soldado de asalto de Star Wars. Gracias a ellos los rebeldes conocen como son sus enemigos, pero un traje vacío por si solo no puede hacer nada a los guerreros del lado luminoso.

¿Por qué ciertas vacunas producen fiebre si son patógenos sin capacidad de enfermar? Recordáis la inmunidad innata, su capacidad de actuación no es controlable, como la adaptativa, por lo que cuando se enfrentan a los antígenos de la vacuna, entran en alerta a pesar de que se enfrentar a un enemigo inofensivo, es como una especie de simulacro. Cuando acabe la actuación del sistema inmune innato, se habrán creado células de memoria listas para la verdadera batalla. Todas las vacunas buscan generar una respuesta adaptativa ya que sin ella no se podrían generar estas células de memoria, por lo que a veces se añaden sustancias para potenciar este efecto o se necesitan varias dosis espaciadas en el tiempo.

Ya hemos demostrado las grandes ventajas de las vacunas y como funcionan, pero por qué hay gente que desconfía de ellas, incluso creen que producen autismo. De todo esto tuvo la culpa el estudio de Andrew Wakefield en 1998. Que actualmente ha sido invalidado y retractado. El artículo fue retirado de la revista tras comprobarse que los datos se habían manipulado. Lo que Wakefield buscaba era generar miedo, así los niños deberían exponerse a pruebas costosas y Andrew se podría lucrar de ello.

El portal medscape ha realizado una recopilación de los mitos y rumores sobre las vacunas. Alguno de ellos son los siguientes:

Tabla. Mitos y realidades de las vacunas

Mito Realidad
Vacuna antitosferina de células enteras causa daño cerebral y muerte súbita del lactante. Son más reactógenas con más efectos adversos, pero no demostrada causalidad para estas patologías muy graves.
 

Los recién nacidos son demasiado pequeños para una respuesta inmune vacunal eficaz.

95% de lactantes multivacunados a los 6 meses muestra respuestas inmunes específicas.
Sobrecargan el sistema inmune. Se estima que un niño podría responder a 100.000 vacunas.
Debilitan el sistema inmune. No hay diferencia en cuanto a incidencia de infecciones con los no vacunados.
Causan enfermedades autoinmunes. Es inexplicable cómo se evaden los mecanismos control de tolerancia central y periférica.
Causan alergia y asma. Los alergenos no desplazan la respuesta celular Th1 a Th2 ni la evidencia sustenta de teoría higienista.
La triple vírica (sarampión) causa trastorno del espectro autista. Estudio erróneo retractado, mera coincidencia temporal al diagnóstico.
Tiomersal causa autismo. Tras la eliminación de la composición, la incidencia de la enfermedad siguió aumentando.
Formaldehído es perjudicial. Su contenido es 600 veces menor al necesario para inducir toxicidad en animales.
El aluminio es peligroso. La lactancia materna hasta los 6 meses aporta más aluminio que el de todas las vacunas aplicadas hasta esa fecha.
Causan cáncer. Hubo casos en los años 60 por contaminación del virus símico 40, amplios estudios posteriores no han detectado causalidad para ningún tumor.

 

Espero que, gracias a este artículo, hayas podido comprender todo lo que han logrado las vacunas, haciendo que te vacunes y aconsejando a tu círculo más cercano que también lo haga.

 

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