Hoy en día los avances en el sector tecnológico permiten que la Agencia Espacial Europea (ESA), la NASA y multitud de plataformas de libre acceso nos brinden todo tipo de información gratuita. Sin embargo, en la actualidad es difícil encontrar técnicos y productores agrícolas bien asesorados, capaces de saber utilizar y extraer todos estos valiosos datos.
Suele ser difícil conseguir que un productor se deje asesorar por un técnico, lo que dificulta la transferencia de conocimiento al sector agrícola. Este hecho se ve acentuado por el escaso porcentaje de productores que sí suele estar al corriente de los nuevos avances.
Por este motivo es interesante fijar la atención en los canales de comunicación que permiten obtener información espacial fiable. No solo de la actualidad, sino también de fechas pasadas. En este sentido, es de enorme importancia la recogida de datos que nos brindan satélites de las series Landsat y Sentinel.
¿Qué datos podemos extraer de un satélite?
La información ofrecida por un satélite se encuentra agrupada en una serie de bandas espectrales. Son justamente los valores de dichas bandas los que permiten obtener el ADN del objeto, llamado firma espectral, que se quiere estudiar (Fig. 1).
A partir de los valores de cada banda, se pueden obtener unas expresiones que dan información útil. Por ejemplo, la salud de la vegetación, las necesidades hídricas de un cultivo, la producción por árbol, el contenido de sólidos solubles totales y la acidez. En definitiva, una serie de valores numéricos que permiten al productor adecuar la producción a las exigencias del mercado.
El proyecto citrícola de Cantillana
El municipio de Cantillana (Sevilla) basa su desarrollo en el cultivo de naranjas. El sector agrícola es dominante y, dentro de este, el cultivo de cítricos ha sido su principal fuente económica. Hoy, según datos del ayuntamiento de 2015, dicho cultivo leñoso ocupa más del 64,5 % de la superficie regable.
A pesar del envejecimiento que sufre el sector, y debido al enorme potencial de la actividad económica del sector agrario y citrícola, decidimos iniciar un proyecto de investigación. Con cinco años de duración (terminará en 2020), consiste en utilizar tecnología de teledetección de última generación para aumentar los beneficios de las explotaciones. Un proyecto pionero en Andalucía en el que se transfiere tecnología al sector productivo a modo de patentes.
Las mejores naranjas, en septiembre
Nuestro estudio ha conseguido, a través de los datos suministrados por los satélites, un aumento de la calidad del fruto. Gracias a la tecnología sabemos que es necesario dejar que el árbol pase sed durante dos o tres días antes de comenzar la recolección. Esto siempre y cuando el riego por goteo de cada planta haya cubierto las necesidades, expresadas como milímetros por día, mostradas en la Figura 2.
El resultado es que la calidad del fruto aumenta desde mayo hasta septiembre. Es este el último mes en el que se puede recoger del árbol la naranja con mejores propiedades, tanto nutricionales como organolépticas.
También se ha constatado que el valor comercial de la naranja es mucho mayor en septiembre. Sabemos esto por los índices de calidad del fruto y la cantidad de radiación absorbida por estos.
Una Cantillana sostenible
Datos recogidos mediante encuestas también permiten mejorar la sostenibilidad de la producción de cítricos. Los productores de Cantillana fertilizan en exceso sus plantaciones con abono nitrogenado. Estos utilizan cantidades que superan los 240 kilogramos por hectárea, que es la dosis máxima a aplicar de nitrógeno, mediante riego por goteo, en cítricos, en función del máximo desarrollo del árbol y para el tipo de clima y suelo existente en el municipio.
Para procurar unas prácticas agrícolas sostenibles con el medio ambiente, una de las medidas llevadas a cabo fue implantar el siguiente plan de fertilización bajo riego por goteo (Fig. 3). El cálculo de las dosis de abono se obtuvo con el fin de maximizar la producción y minimizar sus gastos.
La era de la i-citricultura
La i-citricultura ha comenzado su viaje para incorporar las nuevas tecnologías. Por ejemplo, el uso de información satelital a través de plataformas de libre acceso y el análisis de grandes cantidades de datos (big data) de uso libre en red.
Resulta de gran interés, tanto para el técnico como para el productor, conocer este tipo de tecnologías para poder aplicarlas en los campos de cultivo. El resultado será conseguir alimentos de calidad con un aumento en la relación entre beneficio e inversión de sus propiedades. Al final, la información satelital llegará a nuestra mesa y nos ayudará a comer naranjas más ricas y nutritivas.
Emilio Ramírez Juidías, Remote sensing applied to environment, Advanced industrial design, Archaeology (VR/AR), Solar physic, Universidad de Sevilla; Ana Mª Pérez Pérez, Doctorando en departamento de Ingeniería Gráfica, Universidad de Sevilla y Mª Luisa Espinar Risco, Doctorando en el departamento de Ingeniería Gráfica, Universidad de Sevilla
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.