Cuando se sale de la sala tras 134 minutos de Queen y Mercury, uno se da cuenta de que no se ha hecho largo el metraje y que la butaca no ha resultado incómoda. Este biopic celebra la música de Queen y no entra en profundidades, tampoco es una cinta de gran nivel, pero resulta una obra entretenida y sentida. Sabe recorrer las etapas del grupo rock y sobre todo de Mercury desde sus inicios, pasando por sus éxitos e intercalando los momentos bajos del grupo. Hay algunas lagunas o tergiversaciones, pero el film no es una Tesis Doctoral sobre el grupo rock.
Es un merecido recuerdo a Queen, su música y a su extraordinario cantante. Freddie, que desafió estereotipos e hizo añicos tradiciones para convertirse en uno de los showmans más queridos en el mundo de la música y de la cultura. ‘Bohemian Rhapsody’ plasma el meteórico ascenso de la banda a través de sus icónicas canciones y su sonido provocador. También sus momentos bajos, sobre todo cuando Mercury dejó el grupo por los malos consejos, el dinero y las nefastas compañías. Y la posterior triunfal reunificación en la víspera del Live Aid, en la que Mercury, mientras ya presagiaba su final, vuelve a liderar la banda en uno de los conciertos más grandes de la historia. Veremos cómo se cimentó el legado de un grupo que siempre se pareció más a una familia, y que continúa inspirando y gustando a los amantes del pop-rock.
El director Bryan Singer lo fue sólo en parte. Sonados encontronazos de Singer con la 20th Century Fox provocaron su despido. La película fue terminada por Dexter Fletcher, quien durante dieciséis días de rodaje puso el punto final al metraje. Pero el ‘Director’s Guide of America’ consideró que el único crédito pertenecía a Singer, y así quedó. La cosa es que la dirección (compartida) consigue llevar a buen puerto la semblanza de estos grandes músicos en la manera más benevolente y sin buscar debajo de la alfombra ni mirar de reojo por los oscuros rincones de su líder, un personaje que desafió los esquemas de su época; cantante iconoclasta que pilotó una música rompedora. Este venerado show-man estuvo demasiado tiempo fuera de control. Su sexualidad polivalente, el abuso de alcohol y de las drogas minó su ánimo y su salud. Y si algunos críticos subrayan la munificencia del film con relación a estos hechos, yo agradezco a Singer y Cia que nos hayan ahorrado escenas truculentas o hipervoltadas, pues la vida de Mercury queda bien ‘apuntada’ y no hacen falta cabriolas patibularias para aclarar los ‘agujeros negros’ que todos conocemos. Además, la dirección logra meter al público (también a sus actores) en la recreación que consigue de conciertos que son ya legendarios, como el Live Aid organizado por Bob Geldof. Ocurre que mientras lo vemos, incluso podemos pensar que es el concierto original, de tan bien como están los actores, amén de un sensacional montaje musical y efectos especiales.
El guion de Anthony McCarten resulta de la adaptación de la historia escrita por el propio McCarten y Peter Morgan. Un libreto bien organizado en aras al homenaje a Queen y a Mercury. Muy bien la música a cargo de John Ottman y excelente la fotografía de Newton Thomas Sigel, que rodó parte del film, como ya queda dicho.
En cuanto al reparto, sin duda lo más sobresaliente es el trabajo de un Rami Malek todo dientes, que logra trepar por el personaje de menos a más, hasta fundirse con Mercury, de suerte que en algunos momentos, sobre todo en los musicales, parece que fuera el propio vocalista quien esté actuando. Tanto que a veces Malek llega a “emborronarse” dentro de su personaje. Los componentes del grupo son encarnados con autenticidad por Joseph Mazzello, Ben Hardy y Gwilym Lee. Lucy Boynton interpreta de manera convincente a Mary Austin, la mujer con la que Freddie mantuvo una larga relación y a la que consideraba su esposa, su amiga y la persona más importante en su vida. Un Mike Myers irreconocible se mete en la piel del ejecutivo de EMY Ray Foster. El otro amor en la vida de Freddy fue Jim Hutton, interpretado por una de las mejores piezas actorales de la película, a pesar de su escasa presencia, el actor irlandés Aaron McCusker. Acompañando un elenco de actores de reparto todos muy bien.
Freddie Mercury fue sin duda un personaje con muchos perfiles: fascinante, provocador, ambiguo, atormentado, en ocasiones repulsivo, seductor, divertido, también funesto, elegante, original o extravagante al límite, por decir algunos calificativos. Su último amor, un hombre, le espetó a la cara tras declararse: “Vuelve conmigo cuando te quieras a ti mismo”.
El resultado es un producto amable del marketing post-mortem. Hay una apuesta por una obra para el gran público, con una imagen de Queen-Mercury sin exabruptos. Lo justo para que los espectadores medios acudan a las salas a verla. En general a mí la película me ha agradado y sus deficiencias bien pueden perdonarse. Como ha declarado el productor Graham King: “Esta película ha tardado ocho años en realizarse pero creo sinceramente que lo vale, porque estoy orgullosísimo de lo que hemos logrado. La película es un verdadero canto a la música de Queen y un homenaje a uno de los más grandes solistas de todos los tiempos: Freddie Mercury. Rompiendo estereotipos y expectativas, Freddie se atrevió a cambiar todo, creyendo en sí mismo y en su música”.