El expresidente del Gobierno anunció el pasado martes, entre lágrimas, su dimisión como líder del PP, dejando en manos de su sucesor la renovación. Rajoy ha aclarado que deja además la política tras la censura en su contra prosperada por el líder socialista, Pedro Sánchez.
El político ha mostrado, a través de su discurso y de las redes sociales su absoluto agradecimiento y orgullo por haber podido “servir” durante todos los años de su trayectoria al Gobierno de España y a sus ciudadanos. Desde el pasado martes deja su puesto como integrante del PP y como candidato a la presidencia del partido, puesto al que optan Alberto Núñez Feijóo, María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Pastor o Alfonso Alonso.
“Me he sentido muy reconfortado por vuestro apoyo en estas jornadas, que no han sido fáciles para mi”, ha dicho el expresidente del Gobierno, que probablemente también dejará su escaño en el Congreso de los diputados. “Ha llegado el momento de poner el punto y final a esta historia. El PP debe seguir avanzando bajo el liderazgo de otra persona”, ha seguido el líder conservador, que asumió la presidencia del partido en 2003, por designación de José María Aznar, y desde entonces ha perdido dos elecciones generales (2004 y 2008) y ha ganado tres (2011, 2015 y 2016), gobernando casi siete años (2011-2018). Y ha concluido: “Es lo mejor para mi y para el PP. Es lo mejor para el PP y para mí. Y creo que también para España. Y lo demás no importa nada”.
Las lágrimas de Rajoy han resumido el desgarro del PP. En apenas 10 días, el partido ha pasado de ocupar La Moncloa a enfrentarse a una guerra interna por el poder sin precedentes. El presidente saliente no recolocará a los ministros y altos cargos que se han quedado sin trabajo inesperadamente. Tampoco protagonizará un dedazo para designar al nuevo líder, como ocurrió en 2003, cuando José María Aznar le señaló a él como su heredero. A los 63 años, Rajoy actuará como árbitro de un proceso que el PP nunca ha puesto en marcha, y que amenaza con reventar sus costuras si todos los aspirantes acuden al combate. En consecuencia, los dirigentes regionales trabajarán para que haya una candidatura única y “un congreso de unidad”.
La decisión de Rajoy ha conmocionado a los asistentes. Al llegar a la reunión de la sede nacional de Génova, solo tres personas sabían que dejaría el cargo: María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría y el coordinador nacional, Fernando Martínez-Maillo. Tras el anuncio, se sucedieron las lágrimas, los discursos sentidos de todos los barones, y las conversaciones privadas que reflejaron el vértigo que genera una situación inédita en el PP. Por primer vez, queda abierta en público la lucha por el poder. Con luz, taquígrafos y dos votaciones si hay más de un candidato.
Antes, Rajoy puso fin a casi 40 años en política. Cuatro décadas en las que ha sido presidente de diputación, diputado autonómico, ministro, vicepresidente y presidente del Gobierno con el PP. Un final inesperado para la carrera de un político que ganó fama como gran gestor de los tiempos. Si hubiera dimitido antes del triunfo de la moción de censura, el PP mantendría el Gobierno en funciones y podría presentar un candidato alternativo, señalaron en las últimas horas sus críticos. Al marcharse ayer, dejó a sus compañeros a la intemperie: adiós al Ejecutivo y adiós al dirigente. Del todo a la nada en cinco días.
Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia; Sáenz de Santamaría, exvicepresidenta, y Cospedal, número dos del partido, son los tres políticos con más opciones de suceder a Rajoy. Distintos barones regionales afirman que les pedirán que formen una candidatura única. Estos interlocutores avanzan que ya habrá movimientos de cara a la junta directiva del lunes. Y subrayan, finalmente, la complicada situación del PP —huérfano de un líder que ponga cara a la oposición en el Congreso frente a Sánchez— y de los tres aspirantes.
El lunes, una junta directiva establecerá la fecha del congreso extraordinario, que será como pronto 30 días después, y en todo caso antes de final del verano, según fuentes de la dirección del PP, que esperan organizar el congreso en julio. En ese breve plazo, Feijóo tendrá que decidir si se arriesga a dejar Galicia a mitad de legislatura. Sáenz de Santamaría, que tiene a su favor el vacío que deja Rajoy en el Congreso, tiene que resolver si pelea sin ningún poder orgánico. Y Cospedal, que controla los resortes internos, medirá si participa del pulso sabiendo que hay importantes comunidades que no le apoyarían.
Votación para elegir al nuevo líder
Ninguno de los aspirantes ha oficializado aún su decisión de optar a liderar el partido. Este martes, ha explicado en privado alguno de ellos, era el día de la despedida de Rajoy. Desde 2017, la dirección nacional del PP ha trabajado en todos los congresos provinciales y autonómicos para lograr una única lista y evitar la confrontación entre candidatos. Sin embargo, en la pelea por el liderazgo nacional todo está abierto.
“El presidente ha demostrado una grandeza humana y política que es muy importante”, ha dicho Feijóo, que es quien concita más apoyos internos, a la salida de la reunión del comité ejecutivo. “Le damos la gracias por su grandeza humana y política y por su lealtad a todo y a todos”, ha añadido. “Como le acompañan la grandeza y la lealtad, es un político atípico. Se va después de ganar, sin perder e invicto”.
“Dejas un enorme vacío en el PP que espero podamos llenar con el mismo entusiasmo e inteligencia con que tú lo hiciste todo este tiempo”, ha reaccionado la presidenta del Congreso, Ana Pastor. “Gracias por el maravilloso viaje que me permitiste emprender contigo hace 22 años”.
El presidente saliente ha prometido “lealtad” a su sustituto y ha avanzado que no acometerá ningún cambio estructural en el PP durante este periodo de interinidad, evitando así que esas decisiones puedan interpretarse en clave sucesoria. Tras reivindicarse como un Ulises atado al mástil de su barco para no escuchar los cantos de sirena, el expresidente del Gobierno ha repasado los episodios más importantes de su trayectoria al frente del Ejecutivo: no pedir el rescate bancario, afrontar el desafío del independentismo catalán activando el artículo 155 de la Constitución, o asistir al fin de ETA sin negociar con la banda terrorista. Rajoy también ha alertado sobre la debilidad del Gobierno de Sánchez, y ha pedido al PP que protagonice una oposición dura en defensa de su labor de Gobierno. Finalmente, ha defendido que ha tomado medidas para actuar contra los casos de corrupción que acosan a su partido: Gürtel, Púnica, Brugal, Lezo…
“Somos el primer partido de España”, ha argumentado Rajoy, recordando que su formación se ha impuesto en las últimas municipales, en las últimas europeas y en las tres últimas generales. “Y lo somos a pesar del daño enorme que nos han causado los caos de corrupción que nos han afectado”, ha seguido tras provocar aplausos al criticar con la máxima dureza a Ciudadanos. “El PP ha actuado. Ha pedido responsabilidades. Ha apartado a la gente. Y yo he asumido mis errores y también los que no eran mías”, ha rematado, en una referencia implícita a Aznar.
El expresidente no se quedará para defender su herencia legislativa, que ve en peligro ante la llegada del PSOE al poder. Su marcha abre algo más que una nueva etapa en el PP. A menos de un año para las elecciones locales, autonómicas y europeas de 2019, el partido se queda descabezado, en estado de shock y sin un referente con el que afrontar el auge de Ciudadanos. Todo, en menos de una semana: del triunfo de la moción de censura de Sánchez, motivada por la sentencia de la primera pieza del caso Gürtel, a la dimisión de Rajoy.