Hace ya unos cuantos años, el gran Josema Yuste puso en marcha un programa de corte humorístico bajo el título de este artículo. ¿Y ahora, qué? Esta es la pregunta del millón. Después de que la política en España haya dado un giro de 180 grados en una sola semana, triunfe por primera vez en nuestra democracia una moción de censura, gobierne un partido que ha perdido las elecciones y todas las encuestas se tambaleen en una serie de datos que cambian a medida que se descubren las miserias de unos y otros, el ciudadano de a pie se pregunta esto. ¿Qué va a pasar ahora? Hablando de encuestas, los recientes estudios afirman que la mayoría de los españoles está deseando que se saquen las urnas. Alguno quizá se atreva a decir “¡Pero si eso son solo encuestas!” Cierto, pero cuando te encuentras frente a un Gobierno que no representa ni una cuarta parte de la Cámara Baja y cambia todo sin contar siquiera con nuestro humilde punto de vista, el españolito de a pie se alarma.

 

Sí, los españoles somos un poco “cafres” pero de tontos no tenemos ni un solo pelo. Si es verdad que el “status quo” político en este país es algo cambiante por naturaleza, resultará obvio pensar que aquí nosotros también tendremos algo que decir. El actual papel del ciudadano español medio es el de un niño en un colegio levantando la mano de forma vehemente para que el profesor le pregunte algo que, por supuesto, sabe. Y es que todos tenemos muy claro lo que queremos. El problema es que la libertad de expresión es algo que, fuera de textos jurídicos, parece ser algo reservado para unos pocos. Si realmente vivimos en un país democrático y podemos manifestarnos contra aquello con lo que no estamos de acuerdo, ¿por qué no podemos dar nuestra opinión ante un cambio tan drástico? La respuesta la tiene el Sr. Sánchez. El sillón de la Moncloa debe ser muy cómodo, sí, pero por muy acolchado que sea si está roto y no intentamos arreglarlo tenemos un problema. ¿Por qué no intentamos arreglar los problemas mediante las vías de la democracia?

 

La respuesta es muy simple. El sueldo vitalicio y el gran orgullo que debe suponer gobernar con ni siquiera una cuarta parte de la cámara deben ser dos razones de mucho peso. Conclusión: esto va para largo. No hay intención alguna del nuevo Ejecutivo de convocar elecciones anticipadas, pero… ¿serán muy duraderas las nuevas carteras fantásticas de La Moncloa? La respuesta no la tienen ni siquiera ellos. Está en manos de sus leales socios de investidura bajo la regla “ Si me das lo que yo quiero, te ayudo y si no, te hundo”. Algo distinto a la nueva máxima de los socialistas mediante la que han logrado tantos ascensos en tan poco tiempo: “Estos son mis principios, y si no te gustan tengo otros”. Así es. Todo sea por el poder. Todo vale.

 

Para los españoles no todo vale. Mientras unos salen, otros entran y así entre todos mareamos la perdiz, el españolito de a pie lucha por llegar a fin de mes. Así se vive en este país. ¿Incertidumbre? ¿Crisis? ¿Caos? Que cada uno le ponga su propio titular.

 

 

Rubén Chicote, Responsable de Sección Política en The Journalist.

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