Desde que se estrenó la primera entrega de “Expediente Warren (The Conjuring)” ha habido una especie de revolución en el cine de terror, al igual que con sagas recientes (y con peores resultados, todo sea dicho), como “Saw” o “Paranormal Activity” (cuyas nuevas entregas nos llegarán en próximos años, por si no habíamos tenido suficiente…).

Personalmente, disfruté mucho con las dos primeras entregas de la saga que nos ocupa, y me gustó bastante (aunque en menor medida) la precuela (o secuela) de “Annabelle: Creation”. El resto de la saga (“Annabelle”, la primera, o “La Monja”) no hay por donde cogerla. En este artículo os hablo de todas las películas mencionadas.

Y es que en Warner han visto un filón, y como buena compañía de Hollywood que se precie, ha decidido explotar la marca, saturando al personal, con productos tan lamentables como el estrenado el año pasado (“La Monja” para más pistas). Y es que el artífice de lo mayores aciertos de la saga (James Wan) se ha ido desvinculando de la franquicia y ahora solo ejerce como productor, haciendo que cada entrega pierda en frescura y elegancia.

La que nos ocupa, es la tercera entrega de la saga “Annabelle”, cuya primera entrega era una bazofia sacacuartos y cuya precuela/secuela era más que estimable. Pues bien, esta nueva secuela, aunque prometía, se queda en tierra de nadie, ya que, sin ser un producto mediocre, sí es floja y se olvida bien rápido, al no ofrecer nada nuevo al género y no tener la garra de las primeras entregas. Pero vayamos por partes, como siempre.

Por un lado tenemos la dirección, de un debutante, con lo cual no estoy en contra, pero se nota la ausencia de una mano maestra como la de Wan, ya que la película no tiene ningún momento destacable (quizás el inicio, y por decir algo), y es muy muy muy oscura, demasiado, cosa que no sucede en otros productos de terror mucho más cuidados, donde se sabe jugar con las luces y ves perfectamente qué está sucediendo. Se nota que es un debut.

En cuanto al guion, la idea de hacer que Annabelle se adueñase del cuarto del horror de los Warren era demasiado atractiva y divertida como para ofrecer una historia sosa, carente de ingenio y que supone una más en el género. Hay alguna idea interesante, pero jamás se consigue el efecto de las anteriores (me refiero a “Expediente Warren 1 y 2”, obviamente), y todo se queda como un producto más, para sacar el dinero a los que hemos disfrutado hasta el momento.

Es una pena, ya que podría haber quedado algo extremadamente bizarro y tronchante de una idea así. Tampoco entiendo las críticas favorables, ya que, si bien es cierto que no estamos ante una abominación como “La Monja”, no me cuadra que la hayan vendido algunos críticos profesionales como el tren de la bruja, cuando hay algún susto, pero el terror brilla por su ausencia. No da miedo… ni gracia.

En cuanto al reparto, cumplen, sin más, pero ningún personaje tiene el carisma suficiente ni el saber estar de los Warren, que por cierto, aviso, salen al principio y al final, sin más. Se les echa de menos, la verdad.

En conclusión, estamos ante otro producto sacacuartos, apto para todas las edades, con algunas ideas interesantes pero mal ejecutadas, y que habrás olvidado tan pronto como hayas salido de la sala. No es un desastre absoluto, pero resta a la saga.

Y es que Warner está destrozando lo conseguido en su momento, con productos carentes de interés, y al final el público dará la espalda a la franquicia. De momento esta tercera entrega de la muñeca maldita es la que menos ha recaudado… ¿signos de agotamiento?. Veremos qué tal el año que viene con “Expediente Warren 3 (The Conjuring 3)”, pero creo que deberían parar y hacerse un planteamiento, porque, lo que empezó muy bien puede acabar muy mal. De momento, nos toca conformamos con un producto flojo y sin garra. Una pena.

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