El candidato derechista Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal, ha ganado este domingo con claridad la presidencia de Brasil con un 55,21% de los votos frente al 44,79% de su opositor, el progresista Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, con el 99,49% del voto escrutado.
Así acababan lo comicios electorales más reñidos de la historia de la democracia brasileña.
La victoria ya había estado anunciada en todas las encuestas desde que en la primera vuelta de las elecciones hubiera ganado Jair Bolsonaro.
Fernando Haddad, sustituto del mito de la izquierda Lula Da Silva, no ha sabido canalizar el voto de oposición al candidato de la derecha brasileña, para crear un cordón sanitario entorno a su candidatura.
El 60% de los votantes de Jair Bolsonaro tiene entre 16 y 34 años. El movimiento político de Bolsonaro ha sabido calar entre los jóvenes, un sector demográfico que aupó al PT de Lila Da Silva en la década pasada. Hoy hay dos grandes diferencias con respecto a 2002. Por un lado, el perfil generacional del electorado ha cambiado y las candidaturas del PT no son novedad. Por otro lado, los electores que se encuentran en la franja entre 16 y 34 años ya nacieron en una era en la que la inflación estaba controlada y en la que la renta de la población, aunque de manera limitada, había avanzado.
Bolsonaro, hijo de un dentista rural, y excapitán del ejército brasileño, había pasado hasta ahora 27 años en el Congreso habiendo logrado aprobar apenas dos proyectos de ley de los cientos que presentó, uno de los cuales está relacionado con las elecciones a la hora de votar.
El excapitán se ha hecho famoso por sus declaraciones al más puro “trumpiano”, desde racismo, hasta la homofobia, o el odio hacia las mujeres, y añoranza de la dictadura.
“Si tengo un hijo gay, está muerto para mí”, “El error de la dictadura fue torturar y no matar”, “A usted no la violaría ni yo” han sido algunas de sus frases más polémicas.
Bolsonaro, también ha sabido canalizar una marea de votantes evangelistas, pues su lema de campaña es: “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos”.
Eso unido a que también a sabido gestionar al votante que odia al PT por sus casos de corrupción o el odio a la izquierda.
Con todas estas variables Jair Mesias Bolsonaro será el próximo presidente del país más grande de Latinoamérica.
Los mercados económicos del Brasil han reaccionado de manera positiva,ya que el próximo ministro de economía (de la escuela de Chicago), viene con un importante paquete de privatizaciones.
En el plano político brasileño, los viejos partidos han quedado desaparecidos: el PT ha perdido la mitad de sus escaños, el MDB (Partido del presidente Temer) tiene tan sólo 33 diputados.
El PSDB una formación clásica de la política brasileña multipartidaria, tiene escasos 29 diputados.
El Partido Social Liberal a subido como la espuma, ya que fue la única formación que apoyó la candidatura de Bolsonaro y suma 52 diputados y se espera que cree una súper bancada con otros partidos de la derecha brasileña.
Brasil se ha dividido en dos bandos, y se espera que la tensión no acabe aquí.
La primera medida anunciada del presidente será la reestructuración de ministerios pasando de los más de veinte actuales a quince.