Ayer España contuvo el aliento. Como en la entrada de un cine o asistiendo al tráiler definitivo de una película rompedora. Un nuevo presidente, un nuevo gobierno, una nueva época. La épica estaba emborrachada. Tantos años de nulidad pasiva de Rajoy había creado un borbotón de expectativas y de pronto todos éramos fanes de Pedro. “¡Pedro, Pedro!”, como una felicísima Penélope Cruz anunciando un premio a un amigo en una gala cinematográfica gritábamos todos para nuestros adentros. Nos decíamos que no sucumbiríamos al jugoso carro de la euforia, pero, bien por markéting o por estricto control de méritos, Pedro nos sorprendió: escogió a validísimas figuras, configurando un cabinete de mayoría de mujeres muy especializado y con guiños a los apocalípticos de Frankenstein. Y la sorpresa llegó: bajó del cielo una nave espacial con la bandera española en la punta del cohete y de allí dentro salió un astronauta que quitándose el casco afirmó ser el nuevo ministro de ciencia.
La épica estaba emborrachada. Tantos años de nulidad pasiva de Rajoy había creado un borbotón de expectativas y de pronto todos éramos fanes de Pedro.
Pocas veces las expectativas habían sido tantas y las respuestas tan buenas. La sociedad aplaudió que por primera vez en democracia haya más mujeres que hombres en un gobierno, algo insólito en el país, en el continente, en el planeta. De repente, fuimos la noticia secundaria pero de cabecera de múltiples periódicos y nuestros nombres sonaban de pronto como agermanados, norteños, de esos países donde sólo salen buenos datos y sorprendentes estadísticas de felicidad rubia. La influencia de las mujeres iba a ser mayúscula: gobernarían más que los hombres y en los temas más cruciales de la nación sonarían voces femeninas administrando todo junto a sus compañeras. Economía, hacienda, empleo… Por primera vez lo anecdótico será el poder que tendrán los hombres en este gabinete, tan pocos que uno puede aprenderse sus nombres en la lista de la compra.
Y la despolitización. Como paradójica consecuencia no de la nueva política sino del regicidio cesariano que urdieron los susanistas ahora Pedro tiene las manos libres para orientar su barquita al puerto que más le convenga. La vicepresidenta, así como algunos nombres de afines y de no-alineados, junto a Borrell, constituyen la excepción en el fin del gobierno partitocentrista: un insulto, tal vez, a las siglas del PSOE, pero ofensa que desde luego los felipistas no tildarán de injusta tras su traición. Y los miembros de la sociedad civil escogidos por el líder tiene currículos intachables, enmarcando en oro y plata el marco de cartón que otros suponían tendría un gobierno cortoplacista, sin apoyos, tildado de filoetarra y puigdemoniano.
Como paradójica consecuencia no de la nueva política sino del regicidio cesariano que urdieron los susanistas ahora Pedro tiene las manos libres para orientar su barquita al puerto que más le convenga.
¿No se arriesga el presidente con un equipo sin fidelidad contractual mediante afiliación al partido? Sánchez nunca ha sabido a qué hombro arrimarse, pero cree ahora haber aprendido la lección y saber desplazarse por el juego de tronos. “Este chico no vale, pero nos vale”, había dicho Susana. Precisamente por el homicidio los susanistas puede que hayan creado a un monstruo fundacional, sin carisma y sin ideología, pero con un repertorio de cicatrices que le hace dar los pasos necesarios bordeando el abismo. La torpeza ha dado paso a una prudencia arrogante y quien hubo arriesgado todo y ganado volverá a echar suertes con sus difíciles oportunidades.
Desde luego, aun bendecido con laureles de todos, Pedro no va a hallar un camino fácil. Ya Podemos se está dando cuenta de que la apuesta puede haber sido un error: demasiado tiempo en pantalla, demasiado limpio, demasiada nueva política. Sin contrastes que vender y cloacas supurando en las alcantarillas del Congreso Podemos tiene poco que aprovechar para sacar un tirón electoral. Como dice Marhuenda es muy cierto que Podemos le traicionará. Y Ciudadanos, cuando la dosis de encuestas dulces pase a mejor vida y la ansiedad del agarrotamiento les acojone. Y el Partido Popular, cuando empiecen la campaña del lodo. Ciertamente parece un camino de rosas éste que inicia Pedro, pero cualquiera con un calendario sabe que no lo es.
es muy cierto que Podemos le traicionará. Y Ciudadanos, cuando la dosis de encuestas dulces pase a mejor vida y la ansiedad del agarrotamiento les acojone. Y el Partido Popular, cuando empiecen la campaña del lodo.