La agenda museística de este otoño presenta dos citas imprescindibles en la Fundación Mapfre: una en su sede de Barcelona, donde se podrá ver a partir del 11 de octubre la muestra titulada Picasso-Picabia. La pintura en cuestión, y otra en su sede de Madrid, donde a partir del 10 de octubre podrá visitarse la exposición Redescubriendo el Mediterráneo. Ambas propuestas constituyen una espléndida oportunidad para acercarse al arte del siglo XX mediante un recorrido acertado y original.

La exposición Picasso-Picabia. La pintura en cuestión trata de hermanar a dos grandes pintores contemporáneos, uno de ellos mundialmente conocido y el otro, Francis Picabia, con menos resonancia pero igualmente fundamental en la configuración de las vanguardias históricas. Unidos en primer lugar por el cubismo, también los unió más tarde su común recelo hacia el surrealismo. Francis Picabia, que descendía de una familia hispano-cubana y que vivió en Barcelona durante la Primera Guerra Mundial, muestra además cierto interés por temas españoles (en 1920 estrenó su exposición de retratos de “Españolas”), cosa que también lo vincula con cierta temática del Picasso más maduro, cuyo paradigma es acaso el Guernica o las célebres ilustraciones del Quijote.

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Estas equiparaciones que la exposición se encarga de sacar a la luz no ocultan tampoco las indiscutibles diferencias: mientras que el desarrollo artístico de Picasso le llevó a una reapropiación del clasicismo pictórico más academicista, la obra de Picabia se caracterizó más bien por retomar un hilo propio de las vanguardias históricas: la fijación por las máquinas y la estética del maquinismo. En Picabia las máquinas se convierten en alusión sexual y en metáfora desasosegante de la modernidad tecnificada, pero tampoco excluyen la dimensión lúdica que tenían ciertos objetos industrialmente fabricados para el dadaísmo. La afición decididamente dadá por las máquinas en Picabia puede verse incluso en ciertos aspectos de su vida: entre las muchas extravagancias que pueden documentarse en su biografía se cuenta la invención de un novedoso ingenio mecánico que permitió a Picabia subir su automóvil (llegó a tener más de cien coches a lo largo de su vida, gracias a su gran fortuna familiar) a lo alto de una torre de forma que al encender el motor girara sobre sí mismo a gran velocidad y obtener así una visión privilegiada del paisaje.

Por su parte, la exposición Redescubriendo el Mediterráneo, que tendrá lugar en la Sala Fundación Mapfre del Paseo de Recoletos de Madrid, aúna el esfuerzo de multitud de museos e instituciones de todo el mundo para ilustrar la forma en que la pintura moderna redescubrió el mar Mediterráneo en el decisivo cambio del arte del siglo XIX al XX. Es conocidísimo, en este sentido, el papel crucial que el Mediodía francés jugó, como lugar geográfico, en la consagración de la pintura del siglo XX. La luz de la Costa Azul francesa bañó los objetos que Matisse (en Niza), Cézanne (en Aix-en-Provence), Siganc (en Saint-Tropez) o Renoir (en Cagnes-sur-Mer) emplearon como motivos en sus respectivos procesos para revolucionar la tradición pictórica heredada. El impresionismo, el fauvismo y el simbolismo son en gran medida productos del sol de la Provenza, como acaso lo son también la abstracción y el arte no figurativo, una de cuyas primeras prefiguraciones podemos encontrar en la magistral obra de Matisse Contraventana en Collioure:

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De esta nómina tampoco podía estar ausente el propio Picasso, que pasó largos años en la Costa Azul y que pintó en casi todas las ciudades de la Provenza por las que pasó. La estética mediterránea tampoco ha sido ajena a países como Italia o como España. La muestra recoge obras de artistas como Ignacio Pinazo, Joaquim Sunyer o Joaquín Sorolla, que deben buena parte de su maestría a la captación del color en el mar Mediterráneo. El planteamiento de la exposición ofrece de esta forma una interpretación del Mediterráneo como idea, como cultura, como espacio geográfico, como punto de nacimiento y encuentro de las corrientes artísticas que abrirían paso a la vanguardia y al arte contemporáneo. Por eso, quien quiera entender qué es y cómo se fraguó el arte del siglo XX necesariamente tendrá que pasar por la costa mediterránea: la exposición que la Fundación Mapfre estrena en Madrid este otoño es una forma magnífica de realizar este viaje.

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