En los últimos días hemos podido leer como saltaba la polémica porque Manuela Carmena se planteaba pedir más competencias al gobierno central en materia fiscal, que le permitan entre otras medidas la activación de una tasa turística.
La tasa turística es un impuesto que se impone al viajero al visitar una localidad o región determinada y que se suele cobrar en el alojamiento en concreto, o al entrar en el país o región. El método más normal de aplicación es, que el turista pague una cantidad por cada noche que pase en la localidad con mayor importe en función del tipo de alojamiento, pagando más en un hotel de lujo que en un albergue.
El objetivo de la tasa es evitar el descontrol y financiar los gastos adicionales que conllevan para los ayuntamientos el incremento del volumen de personas que habitan en su municipio, así como financiar medidas de preservación y promoción de productos y actividades turísticas.
Esta tasa ya está en vigor en otras comunidades autónomas como Baleares o Cataluña, donde se paga entre 0,25 y 2,25 euros por visitante y noche dependiendo del tipo de alojamiento que elija el turista en cuestión.
Pero esta tasa no es algo exclusivo de Cataluña y Baleares, ni una ocurrencia de Manuela Carmena y su equipo de gobierno, esta tasa ya existe en más de la mitad de los países de Europa. Por ejemplo en Berlín se paga un 5% del precio del alojamiento por persona y noche o en Roma pagaremos entre 2 y 3 euros también por persona y noche. Y así, cada uno su manera, tienen también su tasa turística fuera de Europa, Estados Unidos, Japón, Marruecos, Malasia, Filipinas y un largo etcétera de destinos turísticos que no dejan pasar la oportunidad de cobrar al viajero por pasar por su ciudad.
La pregunta que surge siempre con la tasa turística es si ésta tendrá un efecto disuasorio sobre los turistas o si por el contrario favorecerá la oferta de los servicios públicos alrededor del sector o….si sencillamente se utilizará como otra vía de recaudación de la administración.
Los que se muestran contrarios a la tasa hablan de ese efecto disuasorio sobre el turismo y la posible pérdida de competitividad de un sector, que es una de las principales fuentes de producción de nuestra economía y que genera mucha riqueza y empleo. Por ejemplo en Madrid el CEIM se ha mostrado contrario a la medida y apuesta por mostrar los brazos abiertos a los turistas aludiendo a esa importancia del turismo para nuestra economía.
Pero lo cierto es que las experiencias en Europa y en el mundo demuestran que la aplicación de la tasa no disminuye o afecta al volumen de turismo. El ejemplo más cercano es Cataluña donde el turismo aumentó los dos años siguientes a la aplicación del impuesto en un 20%. Por lo que podemos concluir que, aunque el objetivo de la tasa que plantea Carmena sea meramente recaudatorio, dudo bastante que vaya a afectar lo más mínimo al turismo de la capital.