No era la primera vez que teníamos que percibir la incomprensible alegría de la izquierda vasca y el aplauso del resto de fuerzas de ideología similar en el resto de España ante el “logro” que consideraban la obtención de cero escaños por parte de lo que denominaban “el bloque de derechas” en Euskadi.

Muchos señalamos ya entonces una falta de coherencia en ese ambiente festivo teniendo en cuenta que el Partido Nacionalista Vasco sigue siendo de manera afianzada la formación política más votada. Y es que con el nacionalismo se llega a distorsionar la realidad hasta el punto de que, para algunos, la derecha es menos mala si es “nuestra” derecha. Un momento… ¿Adivináis quiénes piensan exactamente lo mismo?

Pero en esta ocasión nos encontramos no solo  con el descontento de aquellos que antes celebraban, sino que asistimos al furor provocado por todos aquellos que ven una victoria en el escaño obtenido por la cabeza de lista del Partido Popular en Bizkaia.

A Beatriz Fanjul hay que reconocerle muchos méritos, se trata de una joven que no ha cesado en su empeño de defender aquello en lo que cree, que ha plantado cara al nacionalismo vasco y que ha logrado convencer de su proyecto a las personas suficientes para llevarlo al Congreso. Cuando escuchamos a Beatriz no dudamos de sus ganas de terminar con la discriminación que en Euskadi sufren todos aquellos que no comulgan con el sentir mayoritario.

Sin embargo, se enfrenta a un problema que ella misma ha sabido reconocer en varias ocasiones. Mientras que aquí el Partido Popular trata de luchar contra los nacionalistas, no es por nadie desconocido que en Madrid no encuentran problema alguno en compadrear. Y este es el motivo de que tenga muy poco sentido que unos se alegren y otros se aprenden tanto. Porque resulta difícil sostener que PP ha sido en modo alguno oposición estricta al PNV, y porque las ideologías de ambos nunca estuvieron en las antípodas precisamente.

Desde el reducto constitucionalista de Euskadi, no puedo negar que supone una pequeña victoria haber logrado un escaño más para la defensa de la unidad. Ahora, desde la profunda convinción de que los nacionalismos no solucionan nada y la vista puesta en el futuro de Euskadi, en el cual no veo situación distinta a la actual, me cuesta dejarme llevar por el júbilo.

Expresada mi opinión al respecto, ojalá me equivoque. Ojalá Beatriz Fanjul sea capaz de romper la disciplina de partido, sepa hacer valer los límites de lo innegociable y pueda convencer al resto de su grupo de que aquellos que la han votado no pueden ser traicionados, que merecen ser defendidos y que no desean ver cómo el Partido Popular vuelve a tender la mano a aquellos que pretenden silenciarlos.

Querida Bea, ojalá me equivoque y ojalá tengas mucha suerte en tu nueva etapa y todo te vaya bien. Porque el verdadero trabajo duro comienza ahora.

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