Estimado Señor Torra:

Desde que llegó a la la Presidencia de la Generalitat, no ha hecho más que demostrar, que el cargo que usted ostenta, se le queda demasiado grande. Y no es digno poseedor de dicha responsabilidad, no por su trayectoria,-la cual, sinceramente, es meritoria y dilatada-, sino porque desde el minuto uno, no ha hecho más que gobernar para la minoría de los catalanes mientras ha despreciado a una mayoría que no compartía sus tesis xenófobas y secesionistas. En lugar de gestionar los recursos para todos,-que es lo que se espera de un líder institucional-, se ha conformado con contentar a un nicho determinado. Fragmento de la sociedad, que en los últimos compases, -y como demuestran sus recientes indecisiones-, se ha reducido todavía más, y ahora tan solo confía en seducir a la Cataluña descerebrada, a esos ciudadanos que han sustituido la materia gris por una mezcla de serrín y estiércol generada por las pantomimas y manipulaciones creadas por una educación sesgada, sectaria y anti-española. Hablo de los CDR y del resto de radicales que la semana pasada incendiaron las calles de Barcelona en respuesta a la Sentencia del procés, esos cachorros anarquistas exacerbados que ya yacían en el vientre de su madre con el odio a España, y que tienen tal rencor a nuestro país, que no dudarían en terminar con la vida de cualquiera que defienda su integridad y sus leyes.

Porque son precisamente las leyes, las que son el sino y objeto del Derecho,-materia de la que usted en teoría es experto-, las que se valoran en la Sentencia del procés en base a unos hechos, unas actitudes, las de sus colegas secesionistas, que atentan contra la Constitución y contra nuestro Estado de Derecho. Una jurisdicción, que tiene como objetivo y fin, el mantenimiento del orden y la convivencia entre los españoles. Porque como se aprende en filosofía del Derecho, las sociedades civilizadas deben estar regladas para prosperar y conseguir una armonía que impida la existencia del caos. Anarquía, que parece ser ahora su nueva zona de confort. Así lo manifiestan sus iniciativas de investigar a los Mossos d´Esquadra por amedrentar a los terroristas,-utilizo este termino ya que recuerde que estos a los que usted pidió que calentaran la calle lo hicieron de manera literal y quemaron la ciudad condal sembrando el terror-, o su inactividad manteniendo un silencio cómplice con los que han amargado la existencia de los catalanes. Secesionistas, como los condenados por la sentencia del juez Marchena, que no están sentenciados por el hecho de querer independizarse de España,-eso, por mucho que le pese a un servidor, es totalmente legitimo-, sino por incumplir la legalidad vigente. Normativa, en la que a día de hoy, no se permite a una región independizarse de España ni celebrar un referéndum para hacerlo. En definitiva, su compañero Oriol Junqueras, y su amo Carles Puigdemont no están siendo perseguidos por sus ideas,-que como ya he dicho, son razonables pese a que no comulgue con ellas-, sino por haber incurrido en delitos tipificados por el Código Penal.

Sería distinto, si de manera genuina, los partidos secesionistas consiguen llevar a cabo una moción en el Congreso de los Diputados en la que se modificara la Constitución permitiendo la convocatoria de un referéndum, o el Código Penal destipificando los delitos de Rebelión, sedición, desobediencia y malversación. En ese caso, si se consiguiera establecer normas flexibles, seguramente sus socios y allegados, no estarían de turismo por Europa o entre rejas. Porque gracias a Dios, a diferencia de países como Rusia, -nación a la que ha hecho algún guiño su dueño Carles Puigdemont-, España es una de las democracias más plenas del mundo, como recoge el Democracy Index 2018, y en nuestro país, todos los ciudadanos son libres de opinar sobre cualquier idea siempre y cuando estos planteamientos no deriven en el atentado de algún precepto constitucional o legal.

Leyes, que usted incumplirá nuevamente, incurriendo en delitos más graves que sus compañeros, -puesto que algunas actuaciones de los comandos separatistas liderados por su figura, como el intento de derribo de un helicóptero de los Mossos, podrían ser objeto del delito de rebelión-, si decide continuar el plan rupturista y convoca otro referéndum ilegal en 2020.

Para finalizar, le trasmito mis mejores deseos de cara a las hipotéticas y previsibles elecciones catalanas,-aunque todo el mundo sabe que usted es más un cadáver político que un gobernante con aspiraciones-, y le animo a reflexionar sobre las consecuencias no de sus ideas, sino de sus actos ilegales.

Atentamente,

Jorge Brugos Martínez

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