En la actual difícil coyuntura política en la que vivimos actualmente en España, con un gobierno en funciones después de varias elecciones generales repetidas, el discurso de Navidad del rey Felipe VI se esperaba con interés y ha atendido las expectativas.

Es un discurso positivo, equilibrado, reivindicativo con nuestros valores constitucionales y principios democráticos, así como orgulloso de la historia de España y de lo mucho que hemos hecho juntos los españoles, incluso en momentos difíciles. Es un discurso que huye del pesimismo, siendo optimista en las muchas metas que hemos alcanzado los españoles, siendo referencias mundiales en la ciencia, la cultura, el deporte y la empresa.

Manifestó que vivimos tiempos difíciles pero que por esto “debemos tener más que nunca una confianza firme en nosotros mismos y en España, que siempre ha sabido abrirse camino cuando hemos afrontado el futuro con responsabilidad, con generosidad y rigor; con determinación, pero también con reflexión y serenidad. Y tenemos razones sobradas para tener esa confianza”.

Afirmó que “es mucho lo que hemos construido juntos, lo que juntos hemos avanzado. Y podemos sentirnos muy orgullosos de los valores que inspiran a nuestros ciudadanos, de la energía, la vitalidad y el dinamismo de nuestra sociedad y de la solidez de nuestro Estado. Y creo que es importante decirlo, no por una autoestima mal entendida sino porque es una realidad contrastada que debemos poner en valor”.

Insistió en su fe ciega en la sociedad española al afirmar que “los desafíos que tenemos por delante no son sencillos pero, como en tantas ocasiones de nuestra historia reciente, estoy convencido de que los superaremos. Confiemos en nosotros mismos, en nuestra sociedad; confiemos en España y mantengámonos unidos en los valores democráticos que compartimos para resolver nuestros problemas; sin divisiones ni enfrentamientos que solo erosionan nuestra convivencia y empobrecen nuestro futuro.

Tenemos un gran potencial como país. Pensemos en grande. Avancemos con ambición. Todos juntos. Sabemos hacerlo y conocemos el camino…”.

Al principio de su discurso tuvo un recuerdo a las personas afectadas por las riadas, y mostró su preocupación por el paro – especialmente el juvenil -, por las dificultades económicas de muchas familias, por los retos de la era tecnológica y digital, el rumbo de la Unión Europea, la emigración, la desigualdad laboral entre hombres y mujeres, el cambio climático, el deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las instituciones y Cataluña.

El rey no puede meterse en política aunque muchos españoles reivindican una mayor presencia del Monarca en la vida social de España porque da seguridad saber que tenemos un Jefe de Estado con las ideas tan claras en su papel moderador, que da una imagen y tiene un reconocimiento extraordinarios en el mundo. Para todo esto, su papel apolítico es clave.

El rey manifestó que es el Congreso de los Diputados, quien otorgue o deniegue al candidato propuesto para la Presidencia del Gobierno “de acuerdo con nuestra Constitución, tomar la decisión que considere más conveniente para el interés general de todos los españoles”.

Terminó el discurso deseando una Feliz Navidad de parte de su familia y de él mismo en todas las lenguas oficiales que hay en España además del castellano, dirigiéndose “- de manera especial a cuantos estáis lejos, trabajando y velando por nuestro país, o prestáis aquí servicios esenciales en estas horas – deseando unas muy felices Pascuas y todo lo mejor para el Año Nuevo 2020”. Que así sea.

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