El astrofísico Luca Costantin disfrutó de unas vacaciones en Cantabria el verano pasado. En su primer día de descanso, el 1 de agosto, después de explorar las playas y montañas verdes de San Vicente de la Barquera, encendió su ordenador portátil y se sumergió en el trabajo. “Tengo la costumbre de revisar el correo durante una hora antes de dormir, incluso en vacaciones”, recuerda. En su bandeja de entrada, encontró nuevas imágenes capturadas por el innovador telescopio espacial James Webb, lanzado en la Navidad de 2021. “Empecé a examinar galaxias y a clasificarlas, cuando una llamó mi atención”, relata. Acababa de descubrir la galaxia ceers-2112, una especie de “hermana gemela” de la Vía Láctea, ubicada en la otra extremidad del espacio. Este hallazgo se publica hoy en la revista Nature, reconocida por su excelencia en la investigación científica.

El estudio de Costantin y sus colegas revela que hace 11.700 millones de años, cuando el universo tenía solo el 15% de su edad actual (13.800 millones de años), ya existían galaxias similares a la Vía Láctea. El telescopio James Webb ha capturado la tenue luz emitida en la infancia del cosmos. “Es como observar nuestra galaxia en el pasado”, afirma Costantin, un investigador italiano de 33 años. Pablo G. Pérez González, astrofísico y otro de los principales autores del estudio, compara este hallazgo con recibir un autorretrato de una hermana gemela desconocida a los 15 años para una persona de 100 años que nunca se ha visto en el espejo. Esta galaxia similar a la Vía Láctea es la más lejana conocida hasta ahora.

La galaxia ceers-2112 se encuentra en una región del cielo entre las constelaciones de la Osa Mayor y el Boyero, cerca de la estrella Arturo. Las estrellas de ceers-2112 tienen una masa total equivalente a 3.900 millones de masas solares, dimensiones que coinciden con las simulaciones de cómo era la Vía Láctea en ese momento, según Pérez González. “En aquel momento, nuestra galaxia tenía unas 10 veces menos masa solar”, explica el investigador. La Vía Láctea, al igual que otras galaxias espirales en el universo cercano, tenía una estructura alargada en forma de barra en su región central. Sin embargo, lo sorprendente en el caso de ceers-2112, que tenía solo 2.100 millones de años cuando emitió la luz detectada por el telescopio, es la presencia de una barra en su centro. Esto contrasta con las observaciones previas que sugerían que las barras centrales eran un fenómeno tardío en la evolución de las galaxias espirales.

Pablo G. Pérez González destaca la importancia de estas estructuras alargadas, indicando que son cruciales para la formación de estrellas y, por ende, para la existencia de vida. La galaxia ceers-2112 es nombrada así por las siglas del proyecto internacional Cosmic Evolution Early Release Science (Ciencia de la Evolución Cósmica de Liberación Temprana), en el que participan astrofísicos del Centro de Astrobiología.

La astrofísica mexicana Yetli Rosas Guevara, aunque no participó en el estudio, elogia la investigación. Señala que es la primera vez que se publica sobre galaxias espirales con una barra central en la niñez del universo, cuando se esperaría que todo fuera más turbulento. Rosas Guevara destaca la revolución que ha supuesto el telescopio espacial James Webb en la astronomía, permitiendo la detección de las primeras galaxias formadas en el universo. Con más observaciones, espera que se pueda determinar si ceers-2112 fue una excepción en la infancia del universo o si había muchas otras gemelas de la Vía Láctea.

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