Hablaba con un buen amigo por teléfono minutos después de que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias comparecieran para hacer público el pre-acuerdo de gobierno entre PSOE y Podemos, y este me pedía prudencia,-quizá teniendo el palpito de que un servidor escribiría respecto dicho pacto-, sobre lo que publicara respecto al asunto en cuestión. Aseguraba,-escudándose en su dilatada experiencia-, que no debía ser catastrofista, que esperara acontecimientos, y que a lo mejor, el ejecutivo me sorprendería para bien.
Ojalá tenga razón, pero lo dudo. Pongo en tela de juicio dicha calma, por el hecho de que por mucho que Podemos se vista de seda, continúa siendo una formación radical que sigue al pie de la letra los postulados del comunismo más bolchevique, marxista, leninista y bolivariano. Un extremismo, que muchos que votaron al PSOE intentaron evitar, y que ahora ven como se extrapola y materializa en el flanco izquierda mediante la figura de Pablo Iglesias. Porque votando a Pedro Sánchez han escapado de la furia de Abascal, pero han invocado la calma traicionera, despótica y anodina de Pablo Iglesias. Creían haber ahuyentado las bestias totalitarias, pero no han hecho más que ir directos a sus fauces. ¿Enserio creyeron alguna vez que Pedro Sánchez no pactaría con Podemos si fuera necesario? Ilusos… El que acepta los votos de EH Bildu, unos terroristas disfrazados con el traje de demócratas, es capaz de cualquier cosa con tal de ser Presidente de Gobierno. En ninguno de los dos casos, ni en el PSOE, ni en el PP, nos habríamos librado de que España cayera en las garras de los extremismos. Los conservadores, hubieran pactado con Vox sin pestañear, y los socialistas,-como así ha ocurrido-, no han perdido la oportunidad de cerrar un gobierno con Podemos.
La única opción de evitar que España tuviera un gobierno exacerbado y testosteronizado, pasaba por votar a Ciudadanos. Esta formación, era la única,-por mucho que Pablo Casado fuera de moderado-, que podía haber limitado la capacidad de decisión y de poder de los radicalismos de izquierda y derecha. De hecho, ya han sido muchos, que apenas dos días después, me han confesado su arrepentimiento de no haber escogido a los naranjas en los comicios.
Pedro Sánchez ha vuelto a engañar a todos los españoles con su acuerdo. En una entrevista concedida en horario de máxima audiencia, afirmaba que no dormiría por las noches si entraban en su gabinete miembros de Unidas Podemos, y ahora, con alevosía y con premeditación acepta la oferta de Iglesias cuando llevaba meses tomando el pelo a los ciudadanos dando largas a los mandatarios comunistas. ¿Por qué ahora si y antes no? ¿Qué ha cambiado? Lo de Pedro Sánchez ya es demasiado cantoso. Es evidente, que tan solo ansiaba repetir las elecciones para su propio beneficio, y no para el bien de los españoles. Porque por mucho que intenten aparentar que luchan por nosotros, la verdad, es que todo es mentira. Es una farsa, porque al mismo tiempo que dicen en su acuerdo que van a combatir porque haya justicia fiscal, estos mismos suben los impuestos al diésel, y crean nuevas tasas que tendrán que pagar las multinacionales digitales como Amazon. que repercutirán en el precio final de los productos que pagaremos los consumidores. Todo es un engaño. Un teatro al que hemos tenido que asistir de manera obligada todos los españoles.