La trilogía de “Toy Story” es, con diferencia, una de las mejores de la historia, y sus entregas, individuales, son clásicos del cine de animación irrepetibles. Igualar o superar algo así es prácticamente imposible, eso de entrada.

Si queréis saber mi opinión de la trilogía y de otras producciones Pixar, os recomiendo este especial de la compañía, donde hago un repaso a su largo recorrido de más de veinte años. Pero una cosa está clara… Ya no son los que eran.

Y es que últimamente, desde la productora (propiedad de Disney, conviene recordar) han apostado casi exclusivamente por secuelas con dudosos resultados (como “Buscando a Dory”, “Cars 3”, o la muy fallida “Los increíbles 2”), en vez de productos originales que antaño les dieron tan buenos resultados.

Otro detalle a tener muy en cuenta, es que el cierre de “Toy Story 3” fue maravilloso y un broche de oro que quedó en la retina de todo fan que se precie (y es que algunos hemos crecido con estas películas). Desde luego, no hacía falta otra entrega, en eso coincidimos todos los que amamos la saga, pero claro, aquella tercera parte arrasó mundialmente, mucho más que sus predecesoras, y pasó lo que tenía que pasar: la avaricia de Hollywood (otro clásico del mundo que nos ha tocado vivir).

Durante los últimos años, han ido sacando algunos cortos y episodios especiales (como el de terror o el de los dinosaurios), a modo de secuelas de la tercera entrega, que si bien resultaban simpáticos, jamás alcanzaban el nivel de la trilogía original. Y esto, tal cual, es lo mismo que se puede decir de esta cuarta parte, tan entretenida y divertida, como innecesaria y olvidable. Pero vayamos por partes, como siempre.

Han pasado 9 años de la última entrega, y la verdad es que, a pesar de que la tercera parte era asombrosa, se nota la evolución en la animación, siendo en esta entrega espectacular y preciosa, sin un solo pero que ponerle, que solo por eso, ya merecería llevarse el Oscar a casa. Por ahí ningún reproche, ya que los escenarios y personajes son asombrosos, aunque lo primero está mejor aprovechado en la nombrada tercera entrega. Atención al efecto de la lluvia.

En cuanto a la historia, la película tiene un arranque más que logrado (y que cubre una trama de la tercera parte que no explicaron). Luego todo se va diluyendo, y aunque la película es entretenida de principio a fin (también gracias a su corta duración), jamás se vuelve a lograr el nivel de maestría de los primeros minutos.

También da la sensación de que la historia es un corta y pega de dos episodios especiales que tenían preparados, y han pensado, juntemos las dos historias y hagamos una nueva entrega, para amasar millones. Ojo a esto que creo que no voy desencaminado…

Por un lado, tenemos la historia de Forky, la cuchara/tenedor que se convierte en juguete y tiene una crisis de identidad. Cuando presentaron al personaje en las primeras imágenes y trailers de la película, fui uno de los que se llevaron las manos a la cabeza, porque me parecía un recurso banal y muy flojo para justificar una nueva entrega.

Debo reconocer que el personaje acaba resultando entrañable y divertido, y que su trama está bien conducida, pero es que a la segunda mitad entra el personaje de Bo Peep (que ahora iremos con ella), y Forky pasa a un segundo plano, haciendo que su sentido en la historia se pierda por el camino.

Y por eso que digo que da la sensación de que han metido dos episodios especiales sueltos, porque cuando llega Bo Peep, la historia cambia por completo y parece que estemos viendo otra película. Sinceramente, creo que hubiese quedado genial hacer dos especiales de media hora, uno sobre Forky y otro sobre el reencuentro entre Woody y Bo, que no un nuevo largometraje, innecesario a todas luces.

En cuanto a Bo, está mucho mejor desarrollada y perfilada que en las anteriores entregas (bueno, en la tercera ni aparecía) y coge casi todo el protagonismo, en un acierto, ya que resulta más que interesante su evolución, y su historia.

También los nuevos personajes funcionan, como los divertidos Ducky y Bunny (cuyas escenas son las más divertidas, junto a algún comentario de Forky), Duke Caboom (hilarante como él solo), o la nueva villana, Gabby Gabby, plagada de matices.

No obstante, eso hace que estos nuevos (y logrados) personajes eclipsen al resto, hasta el punto de que personajes clásicos como Señor Patata (y mujer), Rex, Jessie o Slinky apenas articulen palabra, y ocupen apenas minutos en la película, lo cual es un error y un insulto a la trilogía original, ya que no llegan ni a secundarios, más bien cameos.

Pero si hay un caso que es de juzgado de guardia, es el del gran Buzz Lightyear (que para mí siempre ha estado al nivel de Woody), ya que no solo es un secundario más (eclipsado, de nuevo, por los nuevos personajes), sino que encima le cambian su forma de ser y le vuelven… estúpido. Me parece genial que, una vez más, Woody sea el gran protagonista de la película, pero ese no es mi Buzz, desde luego, y duele ver lo que han hecho con él, cuando también forma parte del alma de la saga.

Y por cierto, en la primera entrega se pierden los dos protagonistas y deben volver a casa, en la segunda hay que rescatar a Woody para volver a casa, en la tercera deben escapar de una guardería, pero Woody también debe rescatar a sus compañeros para volver a casa, y en la cuarta Woody y el resto deben rescatar a Forky… para volver a casa. Originalidad, lo llaman… se echa en falta algún tipo de innovación, pero esta nunca llega.

Y por dios, que nadie espere un clímax a la altura de la tercera parte (que fue insuperable), ya que aquí ni siquiera hay de eso, renunciando a la acción y la tensión, y apostando solamente (porque la tercera entrega lo tenía todo) por el sentimentalismo, y este tampoco funciona como en aquella, aunque se pretenda.

En cuanto al final (aviso que hay escenas post-créditos), se había anunciado como lacrimógeno y muy emotivo, y al final resulta más que predecible y carente de garra. Si este es el final de la saga, tendrían que haberse quedado en la tercera, y no manchar su brillante final de esta forma, ya que hacen lo que les da la gana, y le quitan el sentido a todo. Ahí lo dejo.

En cuanto a la banda sonora, cortesía, una vez más, de Randy Newman, no está a la altura de las anteriores, y la nueva canción no es nada del otro aquel, hasta el punto de tener que volver a recurrir al famoso “Hay un amigo en mí”.

Entonces, recapitulemos. Sí, la película es entretenida y (a ratos) divertida, su animación es excelente, y los nuevos personajes funcionan, pero, por otro lado, es olvidable, no está a la altura de la saga (siendo la peor, de lejos), ni tampoco de las grandes producciones de Pixar. Por lo tanto, ¿qué tenemos? Pues un producto que da lo que se esperaba de él: innecesario y fallido, y que no hace justicia a lo visto hasta el momento.

Se nota que los responsables de las originales no estaban envueltos en esta cuarta parte (de hecho el director es un debutante), y se aprecia en cambios de personalidades (como la mencionada de Buzz) o decisiones discutibles, como el final. Al final, se ha confirmado lo que muchos nos temíamos: no era necesaria una nueva entrega. Eso sí, las primeras predicciones dicen que va arrasar y va a recaudar mucho más que las anteriores. ¿Alguien dijo “Toy Story 5”? No me extrañaría…

Y es una pena, porque, como ya he indicado, la trilogía original es maravillosa, y no merecía ser corrompida por una secuela menor. Algo como le sucedió a otra famosa trilogía de un aventurero bastante conocido…

En conclusión: ¿Era necesaria esta nueva entrega? No; ¿Es una mala película? No, pero sí que entra en la categoría de “producto menor” del estudio, ya que se olvida fácilmente; ¿Pixar ha perdido su magia y está de capa caída? Un rotundo sí. Y se confirma, después de unos cuantos resbalones (sin contar la genial “Coco”, que por cierto, era original), que el estudio ya no es lo que era y que solo piensan en amasar dinero. Quién os ha visto y quién os ve.

Un producto de usar y tirar, para pasar el rato, y que, como final de la saga (así la han vendido) no tiene sentido alguno, cuando hace nueve años asistimos a un cierre insuperable. Y es que vivimos tiempos aciagos, donde Hollywood no para de destrozar nuestras sagas favoritas con el único objetivo de hacer caja. Una pena.

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