Cuando uno viaja lento da lugar a que ocurran cosas y entonces sucede la magia. Sucede que los desconocidos se abrazan, que aprendes a observar lo que te envuelve, a valorar lo que tienes y a disfrutar de lo habitual y lo común. Lo cotidiano se transforma en maravilla. Tus pies se mueven despacio pero tu corazón avanza a pasos agigantados. Sucede que surge la curiosidad y quieres aprender de las estrellas y los pájaros. Sucede que vences tus miedos y saboreas cada momento del aquí y del ahora. Sucede que no sólo contemplas el paisaje sino que el paisaje eres tú, igual que el vacío da forma a la forma. Sucede que la vida es un viaje, por eso vivamos lento para hacer que vivir merezca la pena.