Parece que estemos en otro (de los demasiados) momentos 谩lgidos de la pol铆tica espa帽ola, momentos esos en los que todo el tablero salta por los aires y las piezas van cayendo azarosamente para reconfigurar las siguientes posiciones. Parece que los ganadores a veces pierden, que los perdedores ganan, que las posiciones enconadas se abren al di谩logo y al efusivo amor al pr贸jimo y al inter茅s simbi贸tico.

Parece que el Partido Popular va a sacar su artiller铆a pesada ahora que tiene un l铆der joven y nuevo. Esperan que las nuevas encuestas les sean propicias con la agenda neoconservadora de Casado vendi茅ndose como una reespiritualizaci贸n del partido. Dinamintar谩n una legislatura que en principio era suya, tumbando y ahogando al gobierno y radicalizando su cr铆tica, sin piedad ni racionalidad, s贸lo como el PP en la bancada de la oposici贸n sabe hacer.

Parece que Podemos tiembla. La ausencia de Iglesias y Montero por motivos familiares y la rebeli贸n andaluza de Teresa Rodr铆gez no pinta un futuro muy halague帽o para la federaci贸n de partidos, aunque al menos ha conseguido en la capital espa帽ola organizarse de nuevo Podemos con Izquierda de cara a nuevas citas electorales. Unidos Podemos est谩 en un discreto segundo lugar que le pasa factura despacio, lentamente, ahogando espacios de influencia y de pol茅mica, apenas hablando de sentencias judiciales, no de legislativas, y mucho menos aceptando tomar el mundo por asalto.

Ciudadanos est谩 en un gabinete de crisis con desfibrilador ahora que sus peores esperanzas se han vuelto reales de mano de Pablo Casado. La radicalizaci贸n del joven, que empez贸 su primera reuni贸n en Barcelona, es una declaraci贸n de intenciones contra el electorado, o a favor de, o con el fin de sedudir a. Casado se est谩 riverizando sin prisa y sin pausa, tratando de volver a ser el original y no la copia que los naranjas para 茅l constituyen. As铆, espera, todo vuelva a su cauce. Ciudadanos est谩 en un trance: o vira a la derecha y puede competir con expertos como el PP o VOX o puede regresar otra vez a una t铆mida socialdemocracia liberal, con alg煤n matiz diferenciador en el tema catal谩n (si es que el gentilicio ‘catal谩n’ puede declinarse para dar nuevas propuestas sem谩nticas de cualquier 谩mbito).

Puigdemont ha dado un golpe de mano y ha caudillizado el PdeCat. Se muestra intransigente: necesita elevar el tono de voz ante las dudas de sus seguidores. Ha de repetirse todo el tiempo que S谩nchez es est茅tica, pero no 茅tica, y que aunque parece un tipo adorable esconde un oscuro rajoyismo que debemos nosotros los catalanes recordar para no dejar de env铆ar plata al centro de Europa y pagarme este palacete. No olvidemos los malos, pese a que parezcan ahora buenos, grita nervioso viendo que pierde influencia y que tal vez debe forzar un regreso de los pol茅micos populares que tantos placeres le daban con sus comentarios “anticatalanes”.

La amenaza de adelanto electoral andaluz, de perder el control presupuestario en Madrid con la indiferencia de Podemos (que puede que, al final, por inter茅s propio, resucite a S谩nchez para evitar un descalabro), el miedo a la casadizaci贸n del centro derecha y del surgimiento de VOX, como dicen las encuestas, explican esta contenci贸n del aliento de la clase pol铆tica espa帽ola: estamos en ninguna parte; cuando pens谩bamos que nada pod铆a cambiar m谩s, otra revoluci贸n emerge. Qu茅 mareo. Los astros, cada planeta, cada partido pol铆tico, circulan por su recorrido a su volici贸n, con ning煤n prop贸sitio o para joder: pueden estrellarse, sumergirse en un agujero negro, o eclipsarnos. Si el PP, el PdeCat y un Podemos descabezado no lo evitan, pueden hacernos sombra: sumergirnos en un gobierno popular, o en nuevas generales. El eclipse. La coincidencia.

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