Siempre se ha señalado a George W. Bush (uno de los presidentes más cuestionados de la historia, con el permiso de Trump) como responsable de la guerra de Irak y otros hechos totalmente cuestionables. Pero en las sombras había un brazo ejecutor, al que muy poca gente (sobre todo fuera de los Estados Unidos) conoce, y no es otro que su vicepresidente del momento, Dick Cheney.

El director es Adam McKay, responsable de comedias fabulosas como “Hermanos por Pelotas (Step Brothers)”, pero que desde hace unos años ha cambiado de rumbo, y ahora se encarga de películas críticas pero con toques de humor, como la maravillosa “La gran apuesta (The Big Short)”, que os recomiendo desde ya, o la que nos ocupa.

En este ocasión, nos cuenta la vida de Cheney, un personaje complejo, frío, astuto como él solo, y, sobre todo, ávido de poder. Y es que fue escalando puestos hasta ser la mano derecha de Bush, al que se cuestionó y señaló constantemente, sin saber que era una marioneta de un señor que ha sido comparado con el Emperador de Star Wars o el mismísimo Satanás (como hizo recientemente Christian Bale al recoger el premio de los Globos de Oro por este papel).

En esta historia, se nos cuenta sus inicios (que no difieren mucho de los de George Bush), y como logró posicionarse en un puesto que le daba el poder absoluto, sembrando el terror a su paso, y tomando una serie de decisiones que harían historia, y no para bien, precisamente.

La dirección de McKay coquetea con el cine independiente y se toma su tiempo, en unas más de dos horas excesivamente largas. Se echa de menos el pulso narrativo que mostró en la muy superior “La gran apuesta”, pero, no obstante, la película que nos ocupa tiene instantes de pura genialidad (que no revelaré) y otros elementos que denotan el esfuerzo del director por estar por encima de la media. No obstante, no creo que sea una dirección digna de una nominación a los Oscars, como va a suceder.

En cuanto al guion, creo que es un total acierto que se enfoque todo la historia de tan temible personaje desde el humor, el absurdo y lo hilarante, porque es mejor reír que llorar, y a pesar de que hay momentos de drama, se agradece el tono desenfadado y con la intención de sorprender e impactar al espectador. Pero de nuevo, la historia es demasiado larga, y aunque las intenciones son buenas, se queda por debajo del anterior trabajo del director.

En cuanto al reparto, Christian Bale está fabuloso como Dick Cheney, con una actuación comedida pero poderosa, así como complicada y llena de matices. En otras manos podría haber sido un absoluto desastre . Creo que merece ganar el Oscar (ya se llevó el Globo de Oro), pero este es el año de Rami Malek como Freddie Mercury. Una pena.

Amy Adams ofrece una interpretación directa y sin concesiones, en un personaje de difícil digestión, ya que, si Cheney manejaba los hilos de Bush, esta lo hacía sobre él. Una de las mejores actrices del momento. Por otro lado, Steve Carrell hace de un personaje despreciable, el cual hace totalmente suyo, y es que se le da bastante bien hacer de canalla.

Para finalizar, no sé si conocías este detalle, pero la película favorita de George Bush es “Austin Powers”. Pues bien, parece que Sam Rockwell ha cogido ese detalle, porque parece una parodia del presidente, en una gran interpretación, ya que tiene elementos del popular espía inglés. Es una pena que aparezca tan poco en pantalla, y de ahí su no nominación, cuando su interpretación es fabulosa.

El resto del reparto correcto, sin más.

A destacar el maquillaje de la película, excelente en el caso de Bale como Cheney o Rockwell como Bush, pero absurdo en el caso de los personajes de Adams o Carrell, ya que la primera se supone que tiene casi la misma edad, y en ciertos momentos parece veinte años menor (o incluso más), y el segundo tiene más años (se supone), y parece que tenga muchos menos. Deberían haber corregido ese (importante) aspecto, y creo que una nominación en ese apartado no tendría ningún sentido, por mucho que el protagonista se parezca al personaje en la vida real, porque han descuidado los secundarios.

Mención especial para Sacha Baron Cohen y su broma a Dick (donde juega con el nombre), en la reciente serie “Who is America?” que os recomiendo desde ya.

En conclusión, estamos ante una correcta película, pero a la que le faltan elementos para ser brillante (sobre todo por fallos de ritmo y una duración excesiva) que nos cuenta la interesante vida de Cheney y nos muestra detalles de un personaje que siempre había estado en las sombras, pero al que merece la pena sacar a la luz, sobre todo para descubrir sus vergüenzas, aunque él esté orgulloso de sus “proezas”, como se nos aclara durante casi toda la película (sobre todo al final).

Y es que estamos, sin duda, ante el que seguramente haya sido el hombre más peligroso de los Estados Unidos… y quizás del mundo entero.

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