Según a quien le preguntes, la ciencia tiene una ventaja o un problema, no se puede dialogar que es cierto o falso, sino que se debe aplicar el método científico, obtener pruebas y así fortalecer tu hipótesis.  Una teoría no es más verdadera si cree más gente en ella, o un “influencer” con miles de seguidores la apoya, o te la recomienda tu mejor amigo o vecino. La ciencia no funciona así. Pero actualmente un tweet o cualquier comentario de Facebook se extiende más rápido y llega a más gente que cualquier estudio científico y cuando este ha concluido el daño ya está hecho. Actualmente uno de los problemas más graves son el movimiento antivacunas y las pseudoterapias, en concreto nos centraremos en la homeopatía.

En primer lugar, tendríamos que preguntarnos ¿Qué es la homeopatía? Y para ello vamos a describir la historia de su fundador: el médico alemán Samuel Hahnemann (1755-1843). En 1790 estaba investigando con la corteza del quino, un árbol procedente de América cuya corteza se utilizaba en el tratamiento de las fiebres recurrentes (lo que actualmente denominamos paludismo o malaria) Experimentando consigo mismo, Hahnemann observó que la ingesta de la corteza le producía un cuadro sintomático similar al que producía la fiebre intermitente. En 1791 ofreció una explicación de los resultados de su experimento. Según exponía: “vence y suprime principalmente la fiebre intermitente al provocar por sí mismo la aparición de una fiebre de corta duración”.

Vamos a recapitular y vamos a explicar por qué llego a esa hipótesis Hahnemann. No era este proceso de fiebres intermitentes desencadenado por la corteza de quino el que curaba la malaria, sino un componente que se encontraba en la corteza de este árbol llamado quinina, que durante muchos años fue el elemento principal para la creación de la medicación contra la malaria. Uno de los excesos de tomar dicha sustancia es la fiebre, además de otros efectos secundarios. Por lo que presumiblemente esto fue lo que ocurrió, Hahnemann tomó demasiada quinina.

Continuando con nuestra historia, Hahnemann opinaba que sólo las personas sanas eran útiles para mostrar el efecto de los medicamentos ya que la enfermedad impedía la interpretación del cuadro sintomático, al entorpecer la tarea de discernir los síntomas del medicamento de los propios de la enfermedad. Desde su experimento con el quino había establecido la teoría de que, para curar una enfermedad, los médicos necesitan emplear una “medicina que sea capaz de producir otra enfermedad artificial muy similar” aquella natural que se desea combatir. A esto lo denominó principio de similia similibus curantur (curación por lo similar). Como apoyo para su hipótesis utilizó el reciente hallazgo de la vacuna por Edward Jenner como una confirmación de su teoría.

En realidad, el éxito de Edward Jenner se debe a la utilización del virus de la viruela bovina, que esta relacionada con el virus de viruela humana, pero sus síntomas son más leves. Pero permite la inmunización para ambas enfermedades. Cuando Jenner descubrió la vacuna, desconocía los procesos de inmunización y el principio que justificaba porque funcionaba su tratamiento. Fue Pasteur, años después, quien logró describir la inmunización humana.

Otro aspecto importante del sistema de Hahnemann era el uso de dosis infinitesimales de medicamentos. Postulaba que el medicamento empleado para tratar una enfermedad debía serlo de acuerdo con la dosis que poseyera el poder justo para desarrollar la enfermedad artificial de una manera ligeramente perceptible. Incluso cuanto mayor sea la dilución más potente es el tratamiento.

Con esto que hemos explicado vamos a explicar como se crearía cualquier medicamento homeopático según el método Hahnemann y gracias a él podríamos crear cualquier cura a todas las enfermedades que existen. Por ejemplo, si quisiéramos tratar el insomnio deberíamos utilizar cafeína como principio activo, pero muy diluido con agua, para que el paciente no pudiera apreciar los efectos del mismo. ¿La cura del cáncer o del VIH? También podríamos curarlos con homeopatía, solo necesitaríamos añadir unas células cancerígenas o el virus de inmunodeficiencia humana pero con diluidos con grandes cantidades de agua para no producir la enfermedad.

Al final de su vida, Hahnemann para ser aún más ridiculizado estableció otro principio. En 1828 publicó Las enfermedades crónicas, donde sostuvo que, salvo en el caso de la sífilis y el de la sicosis (una enfermedad dermatológica en que se produce inflamación de los folículos pilosos), todas las enfermedades crónicas estarían producidos por la sarna. Para combatir enfermedades tan diversas como el cáncer, la gota, la neurosis, la parálisis o el asma, había, según Hahneman, que usar medicamentos contra la sarna. Esto condujo, por su falta de coherencia teórica y su desconocimiento a la realidad, a que sus compañeros médicos contemporáneos calificaran de “moda pasajera” a la Homeopatía. Pero a pesar de ser descalificada en su día, aún permanece. Según la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia de 2017, 52,7% de la población española confía mucho, bastante o algo en los productos homeopáticos. Las personas con mayor nivel de estudios confían más que la media en estas prácticas cuya eficacia no tiene evidencia científica.

En el informe de 2018 se encontró que uno de cada cuatro españoles (25,4%) dice confiar en los efectos beneficiosos de la homeopatía, y 21,6% de la población cree que la homeopatía tiene carácter científico.

Os recomiendo un extracto de James Randi que explica de forma muy entretenida y amena que es la homeopatía por si todavía tenéis alguna duda, o solamente para disfrutar un poco de la gran capacidad oratoria de este autor: https://www.youtube.com/watch?v=drPNYLVsGQM

Actualmente la batalla contra la homeopatía ha sido trasladada al parlamento europeo, donde España ha sido el único país que ha solicitado que se revise la legislación actual vigente. Actualmente los fármacos homeopáticos están regulados por la Directiva de la Unión Europea 2001/83/EC. La cual permite la venta de este tipo de medicación si cumple las medidas de seguridad, pero no es necesario que demuestre su eficacia. Es decir, la Unión Europea se encarga de la seguridad del producto, pero son los estados miembros que se deben encargar si prohibir o no este tipo de medicación, además de si deben de mostrar su eficacia. Además, tampoco existe regulaciones sobre el etiquetado que informe al consumidor de que tipo de producto esta consumiendo.

En el principio de este artículo criticaba cuando se apoya un tratamiento sin tener pruebas de su valía. Por lo que no voy a ser menos y voy a mostrar mis pruebas. Aunque por mi fortuna alguien ya ha realizado este trabajo. En concreto el gobierno de Francia.

Francia decidió no subvencionar más los fármacos homeopáticos a partir del año 2021. Pero para tomar esta decisión la ministra Buzyn pidió al Comité de Transparencia de la Alta Autoridad de la Salud francesa que realizara un informe de eficacia. Los resultados mostraron que no había pruebas de la eficacia de estos preparados en ninguno de los 24 síntomas estudiados, su eficacia era similar al placebo. Además, no se pudo demostrar en ningún estudio que mejorará la calidad de vida de ninguno de los pacientes a medio o largo plazo.

Como conclusión y para afianzar vuestros conocimientos os dejo un sketch donde representa de forma muy realista como sería una sociedad basada en la homeopatía:

https://www.youtube.com/watch?v=ulrHZFnOnnY

Espero que os haya servido para entender mejor esta estafa, la cual sólo en 2017, en el mercado francés movió 620 millones de euros, 1,13% de las ventas de todos los fármacos. No sólo es importante tratar este tema por el tema económico, porque cada uno decide que hacer con su dinero, sino porque al usar este tipo de preparados, dejáis de utilizar medicamentos abalados que podrían acabar o disminuir de las enfermedades de las cuales estáis afectos.

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