TRAMA

Se sitúa la historia en la Provenza francesa a finales del siglo XIX. A La residencia destinada a señoritas de dudosa procedencia llega la tímida Teresa (Cristina Galbó). La señora Fourneur es la directora de la residencia, quien recibe al caballero que trae a Cristina y la acomoda en la institución. La tal directora utiliza métodos muy severos con las internas y se sabe que tres alumnas se han fugado del centro y no se ha vuelto a saber de ellas. Pronto Teresa las estrictas normas en carne propias. Una de las jóvenes internas de nombre Irene (Mary Maude), aprovechando que goza de la predilección de la directora, chantajeará a Teresa y la tortura moralmente por mero placer y diversión. De hecho hace igual con el resto de chicas desde una posición de superioridad y poder que le confiere su vínculo con la directora. En el mismo edificio también vive Luis, un adolescente sobreprotegido por su madre, la directora. Aunque su madre le tiene terminantemente prohibido relacionarse con las jóvenes, éste las espía continuamente e incluso entabla amistad con Teresa. En un momento dado, Teresa, asustada, se fuga desapareciendo sin dejar señales de vida. La vigilante asegura que no ha salido por la puerta. La desaparición de Teresa empieza a provocar sospechas en la directora.


 

El director Narciso Ibáñez Serrador, que falleció el 7 de junio de 2019, estaba como es conocido, acostumbrado a realizar relatos de terror en cine (Obras maestras del terror, 1960) o en TVE (Historias para no dormir, 1967-1969).

En esta obra aborda con su habitual magisterio una cinta de pavor que desde mi modo de ver, sigue conservando muchos elementos de interés y su visionado continúa teñido de una atmósfera asfixiante. Fue el mismo Ibáñez, en compañía de Luis Verner Peñafiel y Juan Tébar, junto a la inspiración de su admirado Edgar Allan Poe, quienes escribieron el guión. El libreto está basado en una historia del egregio escritor, cineasta y guionista Tebar, una narración con un fondo turbador, una original historia con un final espeluznante.

La música de Waldo de los Ríos es una banda sonora prominente y efectiva que acompaña muy bien la historia; y tiene una gran fotografía medio oscura, de Manuel Berenguer, que sabe situar el foco en los lugares adecuados para provocar una turbación géli

da. Impecable acabado técnico y vestuario. Magníficos exteriores y escenarios grabados en el palacio de Sobrellano, en Comillas (Cantabria).

El reparto se encontraba bajo la sabia batuta de su director Ibáñez. Con actrices y actores de valía como la multitalentosa y excelente actriz alemana Lili Palmer (tenía en su haber la Gran Cruz al Mérito de la República Federal Alemana), que hace un encomiable trabajo en esta obra como Mme. Fourneau, que dirige con mano de hierro la residencia de señoritas, especie de viuda negra en el centro de su tela de araña; la madrileña Cristina Galbó está muy bien en el papel de la interna Teresa; John Moulder-Brown, actor británico, cumple en el rol del hijo retraído y enigmático; la también británica Mary Maude está muy correcta como interna cruel y dominante; y acompañan Cándida Losada, Maribel Martín o Pauline Challoner entre otras, todas con su nivel.

Hace muchos años salía yo de ver en su estreno esta película, habiendo tenido que soportar una buena cola para comprar la entrada. Fui solo y era apenas un adolescente, pero alguien me había aconsejado el film. Era quizá la primera película de estas características que yo veía; una película densa, claustrofóbica, morbosa e incluso atrevida (eran las primeras escenas de chicas casi desnudas en los baños, lo cual espiaba el hijo de la directora). En fin, que la cosa tenía su miga. Nunca he sido de tener miedo en las películas, pero cuando vi por primera vez La residencia confieso que el suspense y la certeza de que algo terrible iba a ocurrir, me produjo cierta ansiedad. Luego diré en qué acabaron estas sensaciones por las que pasé.

La trama se desenvuelve en el universo cerrado de la residencia, lugar con muchas prohibiciones, incluyendo la represión sexual. Este encuadre de la historia va generando relaciones mórbidas entre los personajes del centro, lo cual que nunca se aclara. Se exhibe un erotismo descafeinado con lesbianismo soterrado, voyeurismo, acciones sadomasoquistas, incesto y otras inclinaciones inconfesables, buscando el lado perverso de los caracteres que maneja. Ibáñez Serrador, al meramente sugerir estas manifestaciones, deja que sea el espectador quien las interprete o las deduzca.

 

Lo que sucede es que más que lo sanguinolento, lo que asusta verdaderamente en la película es la imagen tan trastornada que crea el director de las relaciones humanas ‘intramuros’. No hay ni una pizca de humanidad y todo parece regido por sombrías reglas que siguen a una naturaleza bárbara y cruel.

Los irrespirables 98 minutos de metraje son un enjambre de chicas, la madame despótica y su siniestro hijo. Una élite de alumnas que actúan a modo de vigilantes del resto, una alumna jefe y maligna, un entramado de corrupción, personajes varones que son meros peones, y de telón de fondo, un inquietante joven que será quien precipite la trama hacia un final sorprendente y espeluznante. Chicho consigue crear un film interesante por la atmósfera de esclavitud y dominio desarrollada con equilibrio, detalles y elegancia. Estupendo montaje y una narración plagada de sugerencias que no evita la muestra directa de escenas teñidas de rojo con slow motion incluido.

La película es sin duda un emocionante viaje al horror. A través del opresivo clima de barrocos pasillos al modo Poe, un horror gótico mezclado con lo que será el mejor cine giallo (mezcla thriller y cine de terror), Ibáñez nos pasea sutilmente por crímenes rodados de forma hiriente, con recursos de cámara extraños (que incluye un plano pausado en plena decapitación), pero que crean un impacto excepcional, con un cambio de ritmo tan brusco y antinatural, que sin quererlo y quizá de forma medio torpe, medio azarosa, consiguió algunas de las escenas más memorables del cine español de terror.

Como dato curioso, en esta película se rodó el primer crimen evidente, filmado a cámara lenta, en la historia del cine español. Y además fue la primera película española rodada en inglés. Nunca olvidé esa película ni aquella noche cerrada de primavera. Hace unos meses volví a verla. Y a pesar de que hay aspectos técnicos y de guión que el tiempo no ha perdonado, me siguió pareciendo un film muy apropiado para quien guste del terror en el cine. Película española injustamente olvidada e infravalorada.

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