Cuando en 1966 se estrenó “Un hombre y una mujer”, en su puesta de largo conquistó la máxima dignidad de aquellos entonces: una Palma de Oro (ex aequo) en el vigésimo Festival de Cine de Cannes; y consiguió también dos Oscar (mejor película de habla no inglesa y mejor guión). Pero hete aquí que el tiempo va que vuela, que camina implacable sin perdonar a nada ni a nadie. Así, esta tercera entrega de Lelouch, es quizá el último capítulo de una historia, unos actores (Trintignant y Aimée) y un amor aún con cierto color, pero vencido por los años y la desmemoria del protagonista masculino.

La cosa va del amor y del paso del tiempo. “Un hombre y una mujer” fue el inicio de una saga de películas que se comportaría a modo de franquicia. En 1986 se estrenó “Un hombre y una mujer: 20 años después”, significativo título en lo real y en lo romántico de una serie pensada para un desarrollo a lo largo del tiempo, aunque esta segunda entrega fuera poco conocida y tuviera escaso éxito.

En esta cinta, al igual que en la primera y la segunda, el subrayado está puesto en un mal augurio de fin de viaje. Ahora la vejez ha asolado el cuerpo y la mente de los enamorados. Lo único que puede significar un hálito de consuelo son las doctas y poéticas palabras de Victor Hugo que la cinta exhibe: “Los mejores años de nuestra vida son los que aún no vivimos”. Pero sin duda es una obra agónica, aunque bien adaptada a las cualidades y ritmos de la edad postrera.

Además, Lelouch pone humor, el humor salvífico que se ríe de algunos detalles como la silla de ruedas de él, el Citroën dos caballos de ella; y también son lenitivos los flashbacks a modo de recuerdos terapéuticos con los abrazos y besos de antaño, la cara juvenil de los protagonistas sesenteros reflejadas en los cristales de un coche, en fin, todo eso que fue y ya no es: “tempus fugit”. Ver esta cinta es reencontrarse con la obra cinta de 1966 que siempre acompaña a quienes la vimos en su momento. Pero es también nostalgia que empuja, en un collage de imágenes de ayer, de hoy, de siempre; imágenes, diálogos y canciones familiares. Con estas mezclas y trenzamientos Lelouch ofrece al espectador una especie de legado artístico.

Fotografía estupenda de Robert Alazraki y regular las cancioncillas francesas del tipo Françoise Hardy, cursilonas y así… incluyendo las notas de la conocida música de la primera entrega compuesta por Fracis Lai.

Es de valorar que el director Lelouch haya convencido a tan provectos actores para interpretar de nuevo a los antiguos amantes, solo que ya con ochenta y bastantes años, si bien Anouk Aimée está espléndida y mucho mejor que el anciano Jean-Louis Trintignant. Pero ambos cumplen sobradamente, ella como mujer aún enamorada que va a visitar a JL a una residencia donde vegeta; él, un anciano en silla de ruedas y evidentes signos de demencia, con cuya voz sostiene unos diálogos inteligentes, ingeniosos y emotivos. Es gozoso ver a Anouk Aimée en plano-contra plano, con el envejecido Trintignant. Y para que haya de todo, el ocurrente Lelouch hace una secuencia experimental, un collage de tres películas: la actual, la original de 1966 y un corto de 1976, una aterradora carrera por un París desértico de título “C’était un rendez-vous”, y en los vidrios del coche las imágenes de ellos en la primera entrega muy guapos y amorosos. Todo ello da la sensación de un video-ensayo sobre la vejez, un documento vívido y realista de los estragos y evidencias del paso del tiempo.

En conclusión, lo mejor que sabe hacer esta película es rescatar secuencias del film original del ’66. Sin duda Lelouch pretende homenajearse a sí mismo, más que aportar una obra nueva y sustancial. Y con los dos protagonistas ocurre algo similar, al poner en escena el reencuentro de los antiguos amantes, de lo cual, lo más destacable son los dos grandes intérpretes de siempre que aciertan a atravesar más de medio siglo, consiguiendo mirarse el uno al otro con profundidad, sintonía y franca emoción.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.