Que los jóvenes de todo el mundo tomen las calles no debería ser noticia. Tampoco que las tomen el mismo día. Es normal que por su edad y por las muchas reivindicaciones que hacen, busquen en manifestaciones en la calle su medio natural para hacerlas. Pero esta vez son noticia por cómo la tomaron y para qué lo hicieron. No se manifiestan por el paro, ni la precariedad laboral, ni por su temporalidad. No reivindicaronn mejoras sociales. Lo hicieron por otra cosa. Vean.
En este mundo global en el que vivimos siempre hay opiniones para todos los gustos y en todas direcciones. Aún hay gente que niega que la tierra es redonda, ¿se imaginan?, a estas alturas. También los hay que niegan el cambio climático manifestando que siempre ha habido cambios bruscos en el clima, que se ha producido por ciclos y que ahora no son peores, sólo que nos enteramos allí donde ocurren, incluso en tiempo real, a través de los medios de comunicación. Los negacionistas del cambio climático tienen a Donald Trump, Presidente de EEUU, su mejor exponente.
Sin embargo, hay una nueva voz en el mundo que ha despertado conciencias, que ha provocado voluntades, que ha llegado más lejos con su mensaje que muchos políticos que se han quedado cortos o ni siquiera han conseguido motivar a sus electores para concienciarles del problema. Esta nueva voz es la de Greta Thurberg, activista sueca de 16 años. Quizá su juventud ó cómo expresa las cosas con tanta naturalidad y sencillez, es como ha conseguido que su mensaje corra como la pólvora por todo el mundo. Comenta cosas como estas: “Soy una adolescente que dice que otras personas están robando mi futuro”, “Yo tan sólo he llegado en el momento justo. Cada vez más personas son conscientes de la situación de emergencia que vivimos”. “Somos adolescentes que protestan, no deberíamos estar haciendo esto, no deberíamos tener que hacerlo, sentir que nuestro futuro está amenazado. Es un fracaso de las generaciones anteriores que no han hecho nada”.
Inició sus reivindicaciones en redes sociales y ahí está. Se ha convertido en una referente mundial de las protestas por el clima y en la que solicita medidas urgentes contra el cambio climático. Si es clara cuando habla más lo es cuando lo dice en público, salvando su timidez y su síndrome de asperger. Es patente su emoción en sus discursos, manifestados en diferentes foros internacionales. Su rabia lo traduce en los lagrimones que – espontáneos – salen de sus ojos como piedras. Es puro sentimiento porque está convencida que si el mundo no reacciona pronto tomando medidas oportunas, entre todos nos cargamos el planeta.
Por todo esto, el pasado 27 de septiembre las principales ciudades del mundo de 150 países vieron como multitud de jóvenes tomaban las calles para reivindicar sus inquietudes en un ambiente festivo, civilizado, educado incluso. Lo recalco porque han sido ejemplo de sentido común frente a otros jóvenes que reivindican sus peticiones desde la violencia y el miedo. Supongo que saben a quienes me refiero, a esos jóvenes independentistas que llenan de barricadas algunas calles de ciudades catalanas cuando reivindican sus inquietudes.
Las manifestaciones de jóvenes de finales de septiembre citadas lo hicieron junto a los del movimiento Friday for Future (viernes para el futuro) que inició Greta Thuerberg: reivindican medidas urgentes contra el cambio climático ante la inacción de los políticos en general.
No basta que esto se convierta en el eco de lo que no hacen quien tiene que hacerlo. El movimiento de Thuerberg nace en Europa y, por tanto, Europa debería liderar acciones gubernamentales contra el cambio climático. Por su parte, la nueva Comisión Europea se ha comprometido a destinar el 25% de su presupuesto a la lucha con ese fin. En la última reunión contra el calentamiento global celebrado en Nueva York el 21 de septiembre de 2019, 70 países se comprometieron a revisar al alza sus planes de recorte de emisiones, aunque a este compromiso no se sumaron las tres grandes: EEUU, India y China, y sin ellas el resultado no será nunca el deseado.
Una nueva oportunidad para estas reivindicaciones será la nueva cumbre del clima que se celebrará en Madrid entre los días 2 y 13 de diciembre de 2019, confirmado por la ONU.
Uno de sus objetivos sería que no defrauden a los jóvenes que ven peligrar su futuro y el del planeta. Que no defrauden al mundo, que todos nos jugamos mucho en este proceso. Y que no se cumpla lo que ya dicen muchos, que el deshielo de los polos acelerará la subida del nivel del mar y que esto ya es irreversible. Estamos a tiempo de enmendar esto. Que así sea.