Hace tres años se estrenaba “Mascotas (The Secret Life of Pets)”, un remake descarado de “Toy Story” (aún no me explico como es que Disney no tomó cartas en el asunto… ah, sí, que ellos también plagian…), que dejó satisfecha a la crítica y que fue un rotundo éxito de taquilla (875 millones en todo el mundo, que se dice pronto).

Su éxito se debió a una insistente campaña promocional (no sé cuanto se gastaron, pero todo el mundo sabía de que trataba la película meses antes del estreno) y… que todos amamos a nuestras mascotas (y quien no los quiera… ¡es un monstruo!).

Pues bien, se ha estrenado la segunda entrega, y ni ha convencido a la crítica ni ha sido un éxito de taquilla, ya que en esta ocasión ha recaudado (y prácticamente todo el pescado está vendido) 354 millones, menos de la mitad. Algo ha sucedido, es obvio, pero eso mejor dejarlo para otro momento.

La primera entrega no me fascinó, es más, ya la había olvidado, pero sí que supuso un simpático entretenimiento que cumplía su objetivo (sobre todo de cara a los más pequeños) y con personajes la mar de entrañables (como el gran “Pompón/Snowball”, que era lo mejor de aquella primera incursión en este mundo).

Pues en esta segunda entrega tenemos más de lo mismo, ya que es tan agradable como olvidable, aunque la trama es mucho más irrisoria que en la primera parte, y eso que aquella era una copia. Pero vayamos por partes.

La animación ha mejorado ligeramente, y sin llegar al nivel de Pixar (en la calidad de sus películas habrán bajado, pero en animación se superan cada vez), se puede decir que está bastante lograda. Luego tendríamos la mencionada trama. Se trata de tres subtramas que convergen al final de la cinta y que ninguna de ellas llega a funcionar realmente por sí sola, haciendo que la película se quede en tierra de nadie, debido a su floja historia. Se nota la pereza y las ganas de amasar millones en sus responsables.

También se percibe como no han sabido qué hacer con muchos personajes, quedando algunos relegados a un par de escenas (si quitas a Duke de la película no pasa absolutamente nada, ya que es puro relleno). De nuevo, “Snowball” (y en menor medida Gidget, que tiene grandes momentos, pero nunca al nivel de la primera parte) es el que mejor escenas tiene, eclipsando al resto de sus compañeros peludos. Los nuevos personajes funcionan y no molestan, pero tampoco son grandes aportaciones (como el patético villano).

En conclusión, estamos ante una secuela que, realmente, nadie había pedido (ahí están los números), y que se olvida tan pronto como se consume, ya que no aporta nada al efímero (dudo que se atrevan con una tercera parte…) mundo de estas mascotas. Para ver, y poco más, ya que, a pesar de algunos momentos interesantes e hilarantes (el momento gatos), realmente no justifica su visionado, y se podría considerar totalmente fallida. Ha sido un placer, copia de “Toy Story”.

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