Santiago Posteguillo (Valencia, 1967) se ha erigido este pasado lunes como ganador del prestigioso Premio Planeta, que otorga la editorial homónima, gracias a su última novela, Yo, Julia, en la que narra los días de la emperatriz romana Julia Domna (170-217). El podio de honor fue completado por la escritora Ayanta Barilli, hija del también novelista Fernando Sánchez Dragó, gracias a su primera novela en solitario Un mar violeta oscuro. Posteguillo, de ese modo, recoge el testigo de Javier Sierra (El fuego invisible) como poseedor de uno de los premios más aclamados dentro de la literatura de nuestro país.
El escritor valenciano es uno de los actuales adalides de la novela histórica, compaginando la labor literaria con la docencia, especializado en la literatura inglesa del siglo XIX. A pesar de que sus obras no llegaron al mercado hasta hace unos doce años aproximadamente, el germen de la Roma clásica y sus vicisitudes invadió a Posteguillo durante su infancia, en una viaje realizado a la capital italiana cuando apenas contaba con seis años de edad. De esa pasión por el mundo romano nacieron sus dos exitosas y afamadas trilogías: por un lado, Africanus, Las legiones malditas y La traición de Roma, las cuales versan sobre el general Escipión el Africano; y por otro, Los asesinos del emperador, Circo máximo y La legión perdida, que tienen al emperador Trajano como protagonista principal.
Yo, Julia, con un inconfundible guiño en el título al Yo, Claudio de Robert Graves, supone un cambio de tercio en cuanto a su producción anterior. Los protagonistas masculinos, casi siempre, de la Antigüedad clásica dejan paso en esta ocasión a la emperatriz Julia Domna, mujer de Séptimo Severo, que no quiso conformarse con su papel de cónyuge a la sombra, acompañando a su marido a las expediciones militares e influyendo de sobremanera en las decisiones de este con respecto a la administración del imperio. Este retrato de mujer con una fuerte personalidad, que sabe echar por tierra todos los tópicos precedentes, encaja a la perfección con el movimiento literario y cultural -y necesario- que envuelve el panorama social en nuestros días, haciendo de la novela de Santiago Posteguillo una lectura obligatoria para los amantes de la Roma clásica, de la narrativa histórica y de la buena literatura en general.
El estilo que muestra Posteguillo es cuidado y minucioso; envolvente y atrevido, pero sin alejarse de la rigurosidad narrativa y de la fidelidad histórica. Esa concienzuda labor a los márgenes de la obra se materializa en otros tres tomos muy aclamados por la crítica: La noche en la que Frankenstein leyó el Quijote, La sangre de los libros y El séptimo círculo del infierno, obras en las que el autor ensalza y trae a escena numerosas anécdotas de grandes escritores y clásicos que fueron fundamentales a la hora de entender el proceso de elaboración de los grandes títulos de la literatura universal.
De este modo, Santiago Posteguillo se ha convertido en toda una eminencia de la literatura española de la última década, sorprendiendo por su exhaustivo trabajo a la hora de elaborar sus obras. El propio autor demuestra así que su quehacer literario no se centra solo con la narrativa histórica, sino que también se atreve con otros géneros, como bien podría ser la novela negra, a la que ya le ha dedicado algún que otro guiño. El Premio Planeta está en manos ahora de uno de los autores más versátiles de los últimos años, lo cual sólo puede ser una buena noticia para nuestras letras.