Salvar al teniente Blake

El cine ha sentido siempre una fascinación especial por la guerra y los conflictos bélicos, que con la suficiente producción y despliegue, han servido para ofrecer al espectador grandes películas que contaban con la epicidad de las grandes batallas históricas.

Por cercanía en el tiempo, los cineastas han incidido más en su preferencia por reflejar la Guerra de Vietnam o la II Guerra Mundial, que cuentan con una amplia y destacada filmografía ambas, con títulos míticos como Apocalypse Now o Platoon, y Salvar al soldado Ryan o El puente sobre el río Kwai, respectivamente.

La I Guerra Mundial también cuenta con una prestigiosa filmografía aun habiendo sido menos transitada cinematográficamente, y una de las mayores obras maestras del cine, Senderos de gloria, del maestro Kubrick, es su gran referente. Pues bien, a este gran hito del cine se le une -y no le va muy a la zaga- la película que nos ocupa, 1917, de Sam Mendes, un cineasta que no ha fallado hasta ahora en su aun no muy amplia filmografía, pero que cuenta ya con títulos absolutamente referenciales del cine contemporáneo como American Beauty, Camino a la perdición o Skyfall.

Y lo hace ofreciendo una obra visualmente apabullante, con una escenografía absolutamente primorosa, del gran director artístico Dennis Gassner, y unas imágenes perfectas del gran Roger Deakins, en “dos” larguísimos planos secuencia (obviamente hay truco porque hay más, pero invisibles (la cascada, las explosiones…), trucados maravillosamente mediante la labor igualmente magistral del montaje y los efectos visuales).

Lo que hacen Mendes y Deakins en la dirección y la fotografía, respectivamente, recuerda y mucho al trabajo de Iñárritu y Lubezki en El renacido, película con la que 1917 tiene varias similitudes y no sólo en el aspecto visual. Ambas reflejan la hiperbólica odisea de un personaje en un entorno hostil, con la supervivencia como objetivo y dos motivaciones, eso sí, diferentes: la venganza en aquella, y una complicada misión en plena contienda bélica en la que nos ocupa, donde el joven cabo protagonista (muy meritorio el trabajo de George MacKay), debe correr todo tipo de peligros y adversidades para llevarla a cabo con éxito. Y por similitudes con la también gran obra de Iñárritu, hasta un río y ruinas en el camino del protagonista.

Una de las películas -desde ya- más importantes del presente año recién iniciado, y merecedora de un buen puñado de Oscars el próximo mes de febrero.

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