Nos encontramos en pleno periodo vacacional o como lo llamaban los antiguos romanos, “Otium” y entre lectura y lectura me surgió la pregunta ¿dónde veraneaban los romanos? Fue entonces cuando decidí inmiscuirme en la búsqueda de información para dar respuesta a mi pregunta.

Lo primero que debemos plantearnos es cuál era la causa de los viajes de los romanos. Es aquí donde vemos que no hay gran diferencia con lo que hacen las personas que viven en pleno siglo XXI. Los romanos realizaban viajes comerciales, profesionales, familiares y personales, religiosos, intelectuales, militares y sobre todo turísticos.

Es curioso ver que la propia palabra deriva del verbo latino “turnare” (volver o hacer girar) y que los nobles romanos distinguían ya entre “negotium” o tiempo de trabajo y “otium” tiempo de ocio y disfrute.

En nuestro artículo nos vamos a centrar en los viajes interiores y exteriores que realizaban. Esos lugares del extranjero antiguo y de la Península Itálica que decidían visitar. Los romanos tenían sueños de viajes idílicos a los distintos paraísos de la época, paraísos que se centran en torno a dos territorios: Grecia o la Hélade y Egipto.

La Hélade y las provincias asiáticas contenían recuerdos de los poemas homéricos con los que los romanos se habían criado, reminiscencias de su heroico Eneas que huyendo de Troya dio origen a su Roma. Además, era tierra de peregrinación funeraria a las tumbas de Orestes, Agamenón, Ifigenia, etc. No obstante, también presentaban una vertiente más deportiva. Vertiente que muchos utilizamos hoy en día cuando salimos a otro país y visitamos el estadio del equipo de fútbol de turno, pero, en este caso, en Esparta, Delfos u Olimpia. Finalmente, también viajaban para ver los principales monumentos como el Coloso de Rodas, donde intentaban abarcar con sus brazos el pulgar de la estatua.

Egipto era otra de sus paradas favoritas. Parada donde acudían a visitar las pirámides de Gizeh o las tumbas subterráneas del Valle de los Reyes. Sabemos todo esto gracias a los grafitis inscritos en sus muros, lo que hoy hacemos a través de las opiniones en la red o en el propio hotel, sobre todo en la tumba de Ramsés VI, donde se dijo que estaba el sepulcro del gran Platón. Finalmente, otro sitio destacado que les gustaba visitar eran las esculturas sedentes de Amenhotep III, donde a través de las grietas de un antiguo terremoto, los días de viento al amanecer se escuchaban el tañer de sonidos que asociaban con una lira, silbido o llanto.

Terminamos este breve artículo hablando de los destinos turísticos dentro de la Península Itálica, donde la región de Campania y la zona de Nápoles se convirtieron en principal paraíso relajante para descansar en villas majestuosas que eran restauradas y vendidas a grandes precios a los romanos pudientes.

Si quieres saber más te recomiendo la lectura del ensayo “Viajes por el antiguo Imperio romano” de Jorge García Sánchez o las Cartas de Plinio el Joven.

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