La película se centra en la investigación sobre la autoría de un manuscrito que ha sido descubierto en una biblioteca de libros que nadie quiso publicar.

Se trata de una novela compleja, profunda y de notable calidad que concierta la muerte de Aleksandr Pushkin con la historia de una ruptura romántica. Pero lo más impresionante del caso es que la tal obra está firmada por un pizzero difunto de nombre Henri Pick, al cual no se le conocieron en vida inquietudes literarias de ningún tipo. Hay un subgénero, tanto en cine como en literatura, conocido como “Whodunit”, consistente en esbozar un delito y dar al espectador (lector) pistas diversas a ver si es capaz de adivinar al culpable. Esta cinta sigue este esquema, solo que aquí se trata de adivinar quién es el autor del manuscrito que ha alcanzado a ser novela de fama mundial.

Es una joven editora quien descubre la genial novela supuestamente escrita por el Sr. Pick. Su viuda afirma que su esposo nunca leyó un libro ni escribió nada. Pero la novela tiene un éxito inusitado, momento en el cual un afamado crítico literario, receloso y testarudo, se empeña en adivinar al verdadero autor de la obra.

Este film está correctamente dirigido por Rémi Bezançon, quien junto a Vanessa Portal escriben un guión light y simpático, adaptación de la novela “Le Mistere Henri Pick”, 2016, del escritor parisino David Foenkinos. Se trata de un libreto ligero que maniobra con la trama y los personajes sin estridencias, sin chirridos ni destemplanzas; sin sangre, como un precocinado listo para ser consumido.

Destaca en el reparto un acertado Fabrice Luchini en su papel de esnobista y obstinado intelectual y crítico literario, bien acompañado por actores y actrices como Camille Cottin, Alice Isaak o Bastien Bouillon. Bonita música de Laurent Perez Del Mar y estupenda fotografía de Antoine Monod. Buen montaje y hermosos paisajes de la Bretaña francesa.

La película merece desde mi manera de ver una valoración positiva, que conduce al espectador por una urdimbre de indagaciones y descubrimientos que no alcanzan, empero, un clímax realmente absorbente. O sea, que el pretendido misterio no acaba de cuajar como sería de desear. No obstante, aporta a este semi-suspense un cierto sentido del humor socarrón y sobre todo una evidente crítica a la avidez y la vanidad de editores, escritores y críticos literarios, muy interesante. De ello resulta un producto agradable, con una intriga bien dosificada que para el verano resultará, al menos para los amantes a la Literatura y la lectura, un producto fresco y digestivo.

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