Una de estas mañanas, mientras estaba desayunando antes de ir a trabajar, no recuerdo en qué canal, vi la toma de posesión del nuevo presidente de Colombia, Iván Duque. El Sr. Duque lo primero que dijo fue que “juraba ante Dios y el pueblo colombiano”. Me resultó curioso, la verdad, y no se por qué durante el trayecto al trabajo comencé a pensar en más tomas de posesión y recordé la de nuestro nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su consejo de ministras. Todas y todos ellos utilizaron una nueva fórmula donde prometían guardar las deliberaciones del “consejo de ministras” y todos ellos escogieron prometer su cargo ante la Constitución, la ley más importante de nuestro país.
Esa misma tarde, cuando salí del trabajo, me puse a darle vueltas y pensé… ¿habrá habido otras tomas de posesión tan peculiares? Automáticamente me puse a buscar información sobre este asunto y aquí tenéis el resultado.
Lo primero que debemos decir es, que la toma de posesión de un presidente del gobierno, primer ministro o incluso Rey, es un acto muy importante y casi cuestión de estado en algunos países. En Estados Unidos, por ejemplo, se estudia al milímetro la ceremonia.
¿Qué tal si empezamos por Estados Unidos nuestro recorrido?
Quizás la más triste y diferente de todas fue la del presidente Lyndon Johnson, ya que tuvo que hacerlo tras el asesinato de Kennedy, el 22 de noviembre de 1963 en el Air Force One, siendo Sara Hughes (primera mujer en tomar juramento presidencial), jueza de distrito, quien le tomara juramento.
Sin embargo, Estados Unidos, también tiene el honor de tener el récor con la toma de posesión más larga de la historia. Tuvo lugar en 1841 y el presidente William Henry Harrison estuvo hablando durante dos horas y media, al aire libre, y con poca ropa de abrigo en un día muy frio. Curiosidades de la vida, murió un mes después de una neumonía que cogió en su toma de posesión. No obstante, la más corta de todas fue la del presidente Washington en 1793, con un discurso de 135 palabras.
Por último, podemos destacar lo que hizo Teddy Roosevelt en su segunda toma de posesión en 1905, ya que llevo puesto un anillo que contenía un mechón de pelo de Abraham Lincoln.
¿Qué ocurre en Dinamarca?
Lo más curioso que encontramos en este país norteño es lo que ocurrió en la toma de posesión de la Reina Margarita (regente en la actualidad), quien no pudo realizar ninguna toma de posesión, ya que la constitución lo prohibía desde 1849, por lo tanto, únicamente pudo salir al balcón y darse su pequeño baño de masas ante sus “súbditos”.
¿Y en Francia?
En nuestro país vecino siempre han sido muy dados a tomas de posesión muy peculiares, y no puedo más que recordar aquella anécdota que durante la secundaria, el bachillerato y la carrera se nos repetía. Napoleón, un 2 de diciembre de 1804, en la catedral de Notre Dame de París, toma de las manos del oficiante la corona, con la intención real y política de distanciarse del protocolo de la monarquía del Antiguo Régimen y romper así con la herencia de los Borbones. Sin embargo, ¿fue un impulso o estaba preparado? Parece ser, queridos lectores, que Napoleón nunca arrebató la corona de manos del Papa, según el mito inventado por Adolfo Thiers y repetido desde entonces. Todo el protocolo estaba estudiado al milímetro, y contaba con el beneplácito del papa, ya que Napoleón pretendía simbolizar su derecho a la corona por la voluntad del pueblo y no de Dios.
¿Y en España?
Sin contar lo curioso en la toma de posesión de Pedro Sánchez, que hemos contado en la introducción de este artículo, España presenta otras curiosidades. Nuestro primer presidente en democracia, Adolfo Suárez, se caracterizo en su primera toma de posesión por hacerlo de rodillas, ante una biblia y un crucifijo gigante. Muchos interpretaron esto como que el gobierno se arrodillaba ante el rey, la biblia y la cruz, es decir, los valores religiosos y la unción monárquica estaban por encima del gobierno.
Como podemos ver, queridos lectores, son muchos los ejemplos que podemos encontrar en la historia, y más que seguro vosotros y vosotras conocéis (os animo a que las compartáis con nosotros). La historia no consiste solo en aprender fechas, y acontecimientos, sino que puede resultar interesante para ver cómo se deben hacer las cosas… o no…