Es la “oveja negra de su familia”. ¿Cuántas veces hemos escuchado este término? Más de una vez seguro.

El término “oveja negra” nace en Inglaterra en el siglo XVIII, cuando el color negro de estos animales era visto como una marca del diablo. Aunque, verdaderamente, la connotación negativa que sufrían estos animales era debido a que la lana negra no cotizaba en el mercado, ya que era muy difícil de teñir. Por lo que el nacimiento y la presencia de estos animales en el rebaño era completamente indeseable, llegando incluso a ser expulsadas. Problemática que, obviamente, no sufría el rebaño de ovejas blancas.

Humanizando el término, definimos “oveja negra” como el miembro de un grupo social diferente, y con la connotación negativa que ha tenido siempre, por ende, problemático, incluso despreciable.

Por otra parte definimos “rebaño” o “masa” como el grupo social que comulga en sintonía con una serie de pensamientos, ideas o comportamientos.

De ordinario, hemos conocido este término siempre con referencia al grupo social primario por excelencia, la familia. Pero este término no nace y muere ahí. Es extrapolable a numerosos grupos sociales. Por ejemplo a una clase, una determinada persona o incluso varias pueden ser las ovejas negras de esa clase, de ese grupo de amigos o de ese partido político.

En cualquier colectivo siempre hay alguien distinto que rompe la homogeneidad de grupo. El ser humano por naturaleza es un animal social, racional también, aunque en ocasiones lo podamos poner en duda… Pero somos animales sociales, por lo que necesitamos cierta cohesión social, necesitamos establecer lazos de unión con nuestros semejantes, pero sobre todo necesitamos ser comprendidos. Por eso tu opinión respalda la opinión general, confías y te sientes cómodo en el rebaño, cuando no eres oveja negra.

Cuando de pronto llega un ser humano, te rompe esos lazos y te tira abajo todos esos esquemas sociales, tarde o temprano le llegará su San Martín como a todo animal de bellota. Esa oveja negra debe estar más que preparada para recibir su particular correctivo, de parte del rebaño.

Ser o sentirse oveja negra no es fácil. Como todas las pocas cosas que merecen un poquito la pena en la vida, cuesta. Puede llegar a costar mucho. En muchos momentos, las ovejas negras creen que si no encajan en el rebaño es porque algo va mal en ellas, se asumen como un problema. Esto acarrea en ocasiones una baja autoestima y una falta de confianza en sí mismas muy grande, que puede conducir a la marginalidad y aislamiento social.

La oveja que se sienta negra, pero por miedo a ser juzgada siga con la cabeza gacha dentro del rebaño, a la larga desarrollará problemas graves de salud mental. Tempo al tempo.

Oveja negra es el diferente, es el raro, es el que molesta. La oveja negra es tozuda, es reaccionaria, es poco dócil y no se deja domar. Pero sobre todo la oveja negra es diferente al resto ya no por el color de su lana, sino porque tiene voz propia, una voz muy diferente a los balidos del rebaño.

Y a pesar de tener todo el viento en su contra, a pesar de tener a toda todita toda la masa en su contra, ejerciendo muchas veces una presión psicológica asfixiante y agotadora, la oveja negra no se rinde, no claudica, no se vende, sigue fiel y firme a su criterio propio.

En definitiva, la oveja negra no mendiga nunca aceptación social, sabe que su camino es el correcto, por muchas piedras y barro que este tenga, lo sigue cada día de forma testaruda siendo su motivación el saber que camina por la senda correcta y el privilegio y el placer que le produce el no ser ni sentirse parte del rebaño.

Distinguiremos dos vertientes de esta mutación genética en función de los fines o propósitos de cada una:

  1. La oveja negra comunitaria: cuyo anhelo siempre ha sido que llegue el día en el que, con la fuerza de su opinión libre, se tiña de negro todo el rebaño. Esta oveja sufre una fuerte preocupación social y cree en los cambios sociales. Aunque no se identifique con el rebaño, está ahí por y para el rebaño.
  2. La oveja negra lobosolitaria, es la vertiente más pesimista de la mutación, dejó de creer hace mucho tiempo en los cambios sociales, asume que el rebaño no tiene arreglo. Se conserva en soledad pero no por ello se muestra infeliz. Desecha la idea de la oveja negra de corte comunitaria, de teñir al rebaño de negro, no quiere eso. El saberse diferente e incomprendida le produce un orgullo-placer exacerbado que es razón de su existencia.

¿Oveja negra se nace o se hace?

Pues no lo sé, pero deberá ser una combinación de ambas, creo. La oveja negra viene al mundo con algo que le quema por dentro, le quema el alma y lo tiene que expresar, no es una elección, lo tiene que expresar, es la única vía que conoce, no existe la opción de silenciar su voz y con ello renunciar a su libertad.

Existe ese fuego interior innato que impregna sus almas, sí. Pero esto también se educa con el tiempo. La oveja negra aprende a sonreír ante todos los juicios que la masa vierte sobre su nuca, celebrando alegremente su ignorancia. Aprende a conquistar el miedo de no pertenecer a la masa. Aprende a abrazar ese orgullo de sentirse disidente, de sentirse diferente. Aprende, claro que aprende.

 

Las ovejas negras a pesar de representar minoría y marginalidad, en la evolución de los grupos sociales juegan un papel fundamental, ya que cuestionan los hábitos, las normas de funcionamiento establecidas, incluso los valores de ese grupo. Ese cuestionamiento es punta de lanza de cambios sociales y evolución social.

A lo largo de la historia, los cambios, la evolución que hemos sufrido se ha dado siempre por iniciativa de una oveja negra, que en su día se atrevió a cuestionar lo que se venía haciendo hasta la fecha, a pesar de no contar con ningún tipo de apoyo de la masa, finalmente logró convencer al rebaño y el rebaño la siguió.

Dad por seguro que si alguien tiene que encabezar una revuelta, una lucha social o un alzamiento va a ser siempre una oveja negra, de su propia iniciativa parten estas cosas. No veréis a ovejas blancas al frente de estas batallas, ellas están cómodas en el interior del rebaño, sin cuestionar nada, incluso llegando a silenciar las injusticias que ellas mismas sufren…

A pesar de no haber contado nunca con el apoyo del rebaño, la oveja negra siempre ha luchado por el rebaño, incluso estaría dispuesta a sacrificar su vida por este.

 

La sociedad con sus particulares y sutiles malas artes siempre nos ha sugerido o nos ha invitado a ser un ejército de personas iguales.

El director de cine Woody Allen afirmó en una entrevista que verdaderamente no  había conocido nunca y seguía sin conocer la clave del éxito, pero si conocía bien la clave del fracaso que era tratar de complacer a todo el mundo.

Las modas, lo que está bien visto y aceptado por la mayoría de la población, en definitiva lo que viene a ser el social establishment, son directrices férreas marcadas con el objetivo de conseguir un rebaño de ovejas blancas o hilando más fino todavía, consiguiendo un rebaño de ovejas Dolly, convirtiéndonos en clones unos de otros.

 

Solo es libre el hombre que no tiene miedo. Venzan al miedo. Aprendan a ser libres.

¿Aprender a ser libre? ¿Cómo se hace esto?

Teniendo agallas, cuestionando y desafiando a lo establecido y sobre todo poniendo en la balanza dos elementos: por un lado, tu conciencia ligada íntimamente a tu paz interior y por otro lado el conocido “aplauso del rebaño”, es decir, la aceptación social de la mayoría. Si pesa más el primer criterio deberás saber que esto puede implicar aislamiento social y marginalidad y si pesa más el segundo criterio deberás saber que esto implica renunciar a tu criterio propio.

¿Qué pesa más en tu balanza?

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