Die minimale insel

Es de celebrar la existencia de nuevas versiones de éxitos cinematográficos del cine español contemporáneo. A los recientes casos de remakes como el italiano de Truman, el indio de Contratiempo, el francés de El otro lado de la cama o, ya hace años, los estadounidenses de Abre los ojos o REC, se une ahora el que nos ocupa, una versión alemana de La isla mínima, el excelente thriller de Alberto Rodríguez.

Al igual que en la original, la factura visual es extraordinaria, con una muy cuidada fotografía y planificación (copiando los siempre vistosos planos cenitales), así como una también muy lograda ambientación de época. Que si en la original era la España de la Transición, en esta versión germana la historia se ubica dos años después de la reunificación alemana, cuando todavía coleaban los ecos de la tensión política existente entre los dos estados que dividieron por motivos ideológicos, en el convulso siglo XX, una misma nación.

Pero esta diferencia en la localización geográfica y temporal de la historia es prácticamente la única disonancia entre ambas películas, y esta es la pega que se le puede poner. Hubiese sido de esperar que este Freies Land hubiera aportado alguna subtrama o algún aspecto diferente de los personajes, pero realmente es clavada argumental y estéticamente, e incluso en los detalles más nimios, así como en otras claves de la trama: la adivina, el contrabando, los negativos de las fotos y hasta el problema urinario del “Gutiérrez alemán”.

También se refleja, y esto sí que es muy procedente para el espíritu de la historia de ambas películas, la contrapuesta mentalidad entre el policía veterano y el de nueva hornada. Si en La isla mínima el personaje de Javier Gutiérrez era un policía que no se acostumbraba a la recién estrenada democracia, y sus métodos y estilo aun eran franquistas, aquí el veterano perteneció a la policía política de la Alemania comunista, la Stasi, e igualmente no parece hacerle mucha gracia eso de los derechos y los métodos democráticos.

Careciendo de personalidad propia, y siendo claramente inferior a la original española, se trata en todo caso de un buen y entretenido thriller, muy bien realizado e interpretado, que hemos podido descubrir gracias al Festival de Cine Alemán, que este particular año vírico ha tenido que celebrarse on line, recalando una vez más en Filmin, tan impulsora como siempre de este tipo de iniciativas.

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